París no se acaba

Lunes 07 de abril de 2014
Una recorrida por el Salón del Libro de París 2014 y una lectura de Otto, escrito e ilustrado por Tomi Ungerer (l'école des loisirs).
Por Coni Salgado.
El pabellón argentino es el corazón del Salón del Libro de París. Bolsas con la imagen de Julio Cortazar, una réplica de Mafalda para que los chicos se saquen fotos, una galería de imágenes con la firma de Sara Facio que muestra el transcurrir de la vida del autor de Rayuela. Debajo de una vitrina están guardados los apuntes originales de esta novela. En la página 69 Cortázar apunta: “Leer a Nietzsche”.
Con respecto a Rayuela, escribe:
El libro se podrá leer:
1) Siguiendo el orden de las remisiones.
2) Como cualquier libro.
El recorrido del pabellón tiene efecto circular y el movimiento no cesa. Fotógrafos, escritores y hasta el alcalde de París se acercan a homenajear a las letras argentinas. A mirar. A descubrir. A ver. El protagonismo de nuestra literatura se vuelve absoluto.
Por fuera de ese mundo de honor y orgullo, y gente abrazándose, y reporteros interrogando, el salón sigue su curso normal. Pareciera que a los franceses les agradan las firmas grupales. Una misma editorial convoca a sus máximos exponentes literarios. Todo es risas. Los autores se ubican en largos escritorios y los fanáticos forman filas y pogos de inaccesible acercamiento. Las firmas han sido organizadas en todas las editoriales, el mismo día. Historietistas y dibujantes parecen tener una actividad intensa y preferencial.
Pese a que los flashes se disparan cada dos segundos y los escritores sostienen su libro mientras hacen brillar una sonrisa, no conozco a ninguno. Mi propia ignorancia me lleva a seguir mi camino.
En l'école des loisirs existe un módulo especial para catálogos: sus ediciones son tan impresionantes como la de los libros. Recorro el stand sin apuro y entonces, lo veo.
La portada del libro hace que abandone todo lo que llevo en mis manos y me sumerja una vez más en el silencio. Por fuera de mi mundo, la feria sigue, pero no puedo verla ahora. Una vez más, la literatura hace su juego y se apodera de todo.
Se trata de la autobiografía de un oso de peluche llamada Otto y escrita por Tomi Ungerer. El libro cuenta la vida de un oso como testigo de uno de los acontecimientos más tristes de la historia: la Segunda Guerra Mundial. Estamos en Alemania y un niño que recibe de regalo un oso de peluche. Cuando es llevado a un campo de concentración, se lo deja a un amigo, que también debe marcharse tras un bombardeo. “Otto” es rescatado por un soldado americano que salva su vida al sostenerlo contra su pecho. Gracias al oso, la bala no logra atravesar el corazón del soldado herido.
El soldado regala el oso a su hija pero al estar roto y manchado, el oso termina en un tacho. Alguien lo toma de la basura y el oso comienza a vivir en la vidriera de una tienda de antiguedades. Su dueño inicial lo encuentra ahí, cuando todo ha terminado.
El libro no es novedad editorial. Fue publicado originalmente en el año 1999 en Suiza, pero a pesar de eso, nunca antes lo había tenido en mis manos.
Cuando lo cierro, el Salón del Libro de París sigue ahí.
La ilustración del autor Tomi Ungerer, que muestra al soldado en una camilla sostiendo al oso contra su pecho, tampoco se me olvidará.
Tomi Ungerer nació en 1931 en Estrasburgo, Alsacia, en una acomodada familia de relojeros. La ocupación de Alsacia por los alemanes en 1940 y la Segunda Guerra Mundial serían determinantes para Tomi, que ve cómo su familia empobrece y tiene que sufrir la indoctrinación nazi y la prohibición de hablar alsaciano en la escuela, donde lo califican en su último boletín de notas de "perverso y subversivo". Ungerer recorre casi toda Europa caminando y publica sus primeros dibujos en la revista Simplizissimus. Inicia sus estudios en l'École des Arts Décoratifs de Estrasburgo, "pero después de unos meses, se me pide amablemente que me vaya". A mediados de los años 50 se va a Nueva York, donde comienza su increíble carrera como artista, ilustrador y autor de libros infantiles. Después de haber pasado varios años en una granja en Nueva Escocia (Canadá), ahora vive con su familia en el sudoeste de Irlanda y en Estrasburgo. Autor de un número increíble de libros, publicados en 40 idiomas,Tomi Ungerer ha sido distinguido con numerosos e importantes premios literarios, entre ellos el Premio Hans Christian Andersen en 1998. En octubre de 2000, el Consejo de Europa lo nombra Embajador para la Infancia y la Educación en Europa y, en el 2007, el Estado francés le dedica un museo propio en su ciudad natal, Estrasburgo.
Recientemente ha recibido la Thomas-Nast-Medaille a toda su obra.