Una ópera que mira hacia el norte

Martes 16 de abril de 2013
P3ND3JO5 de Raúl Perrone, participa en la competencia argentina del BAFICI.
Por Alicia Digon.
Ingresar en una ópera implica un camino. Ir hacia la profunidad de un mundo sin señales. Esas imágenes imprecisas que se instalan en los pliegues del oído y tiemblan. El más reciente film de Raúl Perrone tiene ese estallido. Se caracteriza por momentos fundantes en los compases de una ópera. Porque esta película es una ópera. Dice y dice de la soledad humana. Del desnudo donde en instantes entra la música. Se muestra. Y los acordes descansan sobre bemoles largos. P3ND3JO5. ¿Una historia con secuencia? No. El relato es el tiempo. Sin embargo nada sucede y la literatura se queda un momento callada y mirando para dar paso a imágenes. Miradas que ciñen adioses. Máscaras que parecen rostros. Todo allí es posible. La cámara es la dueña y protectora del universo. Una tribu con guiños propios. El mundo de los skaters es una caminata por la imposibilidad del hombre para comunicarse. De ese hombre universal que sobre un tabla busca el sentido o el sinsentido de la existencia. Nadie habla y todos dicen algo. Si Leo Sala o Agustín Mahieu viviesen gritarían los dos al mismo tiempo: Otra nouvelle vague irrumpe en el mundo del cine. Bergman no ha muerto, esto lo dirían a coro. Hay algo, alguien que lo supera y trasciende. Una cámara entró por el cielo y bajó entre el viento derramado en las hojas que tiemblan árboles. Nubes que ascienden al compás de una música perversa. Silencios recuperan como vírgenes temblorosas al umbral del sexo.
En un instante. Un muchacho da su vida por la vida misma: una tabla. Una jovencita se pierde en el fragmento de un hijo. Señales de un mundo absorto en la quietud de la contemplación. La cámara y el equipo de Perrone apuntan como las veletas: siempre hacia el norte. Sus clásicas grietas hablan en movimientos circulares y continuos. P3ND3JO5 es el relámpago que sorprende en el mar. Es la obra de arte que irrumpe insolente y rápida. Una mano desobediente que gira y muestra. El desamparo humano al desnudo. Esa mismidad silenciosa sorprende en cada secuencia. Cicatrices sin bordes en jóvenes que cumplen su rito y por él dan la vida. Terraplenes. Autopistas de tráfico rápido. Vidrieras que iluminan la noche. Quienes seguimos las huellas de Perrone, vemos que esta vez entró una mano negra que hizo girar su cámara en la penumbra y la dejó absorta ahí. Mirar P3ND3JO5 y salir