El producto fue agregado correctamente
Blog > Colaboraciones > Destino itinerante
Colaboraciones

Destino itinerante

Jorge Consiglio leyó este texto sobre la nueva novela de Ricardo Romero en el marco de una gira de presentación por el Interior que incluyó las ciudades de Paraná, Rosario y Santa Fe. "Son muchos los atributos que hacen de la Historia de Roque Rey una novela bella, acabada, sólida".

Por Jorge Consiglio.

Foto0227

En Historia de Roque Rey, de Ricardo Romero, se narra la vida de un personaje desde sus primeros años hasta su adultez. O, dicho en otras palabras, desde que empieza a andar hasta que se detiene, asombrado, a mirar el dibujo de su peregrinaje. Roque Rey, sobre todo, se desplaza a pie. Es decir: lo conduce su propia sangre. Si bien, para algunos trayectos largos, se toma un colectivo o alguien lo lleva en auto, nunca pierde su condición de caminante que, sin duda, es la forma más humana de desplazarse. Y el caminante, es sabido, tiempo otro tiempo, un tiempo pausado, sereno. Un tiempo indispensable para la introspección, pero también un tiempo franco, generoso, tanto para mirar el paisaje como para conocer la gente con la que se cruza. Gente que resultará clave en su formación. Porque, hay que decirlo, Historia de Roque Rey, un poco al modo de El juguete rabioso de Roberto Arlt, es una novela de iniciación en la que el personaje irá ganando entidad y pasará por sucesivas etapas y transformaciones. Roque Rey se irá volviendo otro sin dejar de ser el que era.

Roque —hijo natural abandonado por su madre y criado por sus tíos— caminará siempre de cara al misterio, sin importarle demasiado hacia dónde va, siendo fiel a la enigmática voluntad de los zapatos que lleva puestos. Hay algo de sagrado, de consagratorio, en ese deambular; por eso no es raro que los primeros antecedentes de estas caminatas sean las peregrinaciones que, de chico, llevaba a cabo con sus tíos por los alrededores de Paraná. El narrador dice: “Siempre había una misa en algún lugar de la ciudad, siempre había un santo al cual rezarle. Peregrinaban en las fechas del calendario cristiano, y también en los días en que la tía Elsa no encontraba nada para hacer.” Sin embargo, es el tío Pedro el que le transfiere, como una gracia, la afición al extravío. Es con sus zapatos, rellenos de algodón en la punta, que Roque inicia su periplo.

Roque, entonces, usa sus pies —acompañados siempre por los zapatos precisos— como instrumento de conocimiento y revelación. En un momento de la novela se dice: “Hay que dar la vuelta al mundo para verse uno mismo caminando de espaldas”; esto implica que existe la posibilidad de encontrar la cifra de la propia identidad en el reverso del paisaje. Se sabe: todo espejo ofrece una imagen invertida, nuestro entendimiento hace el resto. Sin embargo, una de las primeras cosas que el protagonista aprende es que con los pies no solo se camina, también se baila. Le enseñan a hacerlo “Los espectros”, un grupo de cumbia —personajes entrañables— que son uno los primeros compañeros de ruta. Y por supuesto, la danza abre un nuevo horizonte para Roque. Sus giros, sus simetrías y, sobre todo, su dialéctica suponen una pedagogía, determinan una mirada. En este caso, el maestro es Gallardo, uno de “Los Espectros” y, además, mi personaje favorito. Le dice a Roque: “Hay dos clases de bailarines. Los que bailan mirando a su compañera, y los bailan mirándose los pies. El que mira a su compañera está mirando el futuro, las posibilidades que tiene con esa mujer. El que se mira los pies está mirando el presente. Está mirando la música” Y dos párrafos más adelante agrega: “La mirada también tiene que bailar. Ir del presente al futuro y del futuro al presente”. Roque, con su curiosidad intacta, escucha a Gallardo con atención y hace carne sus palabras. A partir de este episodio, Roque no será solo un caminante, también será un bailarín.

Como en toda novela de aprendizaje, en Historia de Roque Rey, el héroe evoluciona, sufre modificaciones y, cuando es tiempo, estrena una mirada —una mirada activa, se podría decir— que permite acceder a una nueva versión del mundo. Sobre este universo flamante, el narrador dice: “Los objetos brillaban con una luz novedosa: relucían de temporalidad, eran concentraciones de tiempo de variadas formas y colores que él podía tocar, acariciar, perplejo ante la sobrenatural nitidez de su tacto. Era como si el fin del mundo hubiera ocurrido dejando todo en su lugar. Lo único que no había que hacer, era cerrar los ojos”. Roque, entonces, durante su transcurso, como ya dije, observa todo, desde el efecto nocivo que tiene la luz de la luna sobre los pescados hasta la evolución de una enfermedad en un ser querido. Nada se escapa de su mirada; sin embargo, tiene preferencias. A la hora de elegir, Roque se queda con el agua. Cito: “Mientras el fuego le parecía una existencia maravillosa pero ajena, mirar el agua se le ocurría como mirar adentro de su ser (…) Frente a la contemplación de esa liquidez ciega, Roque sentía despertar en su cuerpo la memoria acuática no de sus antepasados, sino del agua que lo componía a él, pero que de tanto ser él, estaba olvidada de ser agua”.

Desde el comienzo, el agua es una de las claves del texto. La novela se inicia con una escena en la que el protagonista está en la orilla de un río y se cierra de una forma análoga, como si el río fuera un eje existencial, un vórtice en el que la arbitrariedad cobra sentido. El río funciona como un espacio de transcurso que remite, como vimos, al rito de sacralización y sirve de hilo conductor hacia la propia ontología. Pero, además, si lo consideramos desde otro aspecto, el dibujo de una corriente de agua sobre la tierra podría funcionar como modelo para la estructura de este gran relato. En el transcurso de la trama, como en el trayecto de los ríos, hay momentos vertiginosos y momentos en los que todo se detiene, remansos en los que el destino del personaje parece entrar en un compás de espera. No es raro este rasgo en Historia de Roque Rey, teniendo en cuenta, sobre todo, que la acción del texto se desarrolla, casi en su totalidad, en la provincia de Entre Ríos.

Son muchos los atributos que hacen de la Historia de Roque Rey una novela bella, acabada, sólida. Uno de los más importantes, desde mi parecer, se relaciona con el destino itinerante del protagonista. Y con los personajes queribles que va conociendo durante su periplo. Entre ellos están el padre Umberto, que no siempre había querido ser cura y, en el momento de conocer a Roque, había decidido dejar de serlo; los cinco integrantes del grupo de cumbia “Los espectros”, vestidos de turquesa, con Juan Gallardo a la cabeza, que sabe que “La música no está en los oídos sino en la mirada”; el vecino de la pensión en la que Roque vive en Buenos Aires, Marcos Vryzas, que cuando se va al baño lleva, en una mano, un rollo de papel higiénico y, en la otra, un ejemplar de Mi lucha; el zapatero Zacaría, dueño de una verdadera teleología del zapato; Aragone, que exorciza su enorme dolor en el asfalto del camino. Y, sobre todo las mujeres (Mariana, la joven Natalia e Inés) que, con su enorme sensualidad y amparo funcionan como diques para frenar el avance de la intemperie.

Historia de Roque Rey
es una novela que hereda, en alguna medida, cierta tradición decimonónica —sobre todo la de Dickens, en el sentido de narrar los pormenores de la vida de un héroe y encuadrarlo en su contexto histórico—, pero que se desmarca del realismo de esta tradición a través de la dimensión simbólica, por momentos emparentada con lo maravilloso, que se manifiesta en los rasgos de su protagonista y también en los lazos mediante los que se hilvana la trama. Historia de Roque Rey logra lo que muchas novelas se proponen, pero que pocas consiguen: hace explotar sus herencias filiatorias. Y este ingrediente, entre muchos otros, la convierte en una novela moderna por excelencia.

En pocas palabras, hay muchas razones para leer esta novela de Ricardo Romero, pero quizás la más contundente, la más inmediata, la central, es que el relato —por la prosa magnética con que está hilvanado y por lo trama envolvente— se disfruta desde el comienzo hasta el final. Historia de Roque Rey: altamente recomendable.

Links de interés

El devenir de un personaje fascinante. Entrevista a Ricardo Romero, por Patricio Zunini.

Crónica de la presentación de Historia de Roque Rey en Buenos Aires.

Artículos relacionados

Jueves 17 de diciembre de 2015
El lado B de Pedro Aznar

El 14 de diciembre, Pedro Aznar participó en una entrevista pública a cargo de Patricio Zunini en el flamante centro cultural "El tercer lugar" en donde habló de su vida por fuera de la música.

Entrevista pública
Miércoles 16 de diciembre de 2015
Con el foco en los lectores

En la semana de festejos por los diez años de Eterna Cadencia, presentamos la entrevista a Gabriela Adamo, directora ejecutiva de la Fundación Filba.

Miércoles 16 de diciembre de 2015
Bomba atómica

Los accidentes, opera prima de Camila Fabbri (Notanpuän), es un libro notable y perturbador.

Martes 15 de diciembre de 2015
"Editar es un modo de intervenir en los debates"

Continuando el dossier de edición en la Argentina, presentamos a Leonora Djament, directora de Eterna Cadencia Editora: “El catálogo es el contexto que da la mayor parte de las respuestas”, dice.

Martes 22 de diciembre de 2015
Moret subraya a Némirovsky

La autora de Un publicista en apuros elige sus citas favoritas de Suite francesa, de Irène Némirovsky.

Lunes 14 de diciembre de 2015
El mensaje

"Los escritores son cavernícolas pintando sus manos en cuevas subterráneas".

×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar