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De droga y de religión

El escritor francés Karim Miské habla del policial Arab jazz (Adriana Hidalgo Editora), que desnuda los vínculos entre el narcotráfico y la religión.

Por Patricio Zunini.

El distrito 19 de París, alejado del Sena, de los museos y de la zona turística, es uno de los barrios marginales de la ciudad. Si uno pone “distrito 19 parís” en Google, el buscador completa la primera opción con la palabra “peligroso”. Es, junto con el distrito 18, donde ocurren (o por lo menos donde se registran) más robos violentos. La población está compuesta en su mayoría por gente de clase baja e inmigrantes (en su mayoría ilegales, lo que los convierte una población aún más insegura). Es también una zona donde confluyen, a causa de la inmigración, diferentes comunidades que ponen en conflicto problemas étnicos y religiosos. El escritor Karim Miské sitúa la acción de Arab Jazz —en alusión a White Jazz, de James Ellroy— en ese barrio: la novela comienza con el asesinato de una joven azafata, un crimen terrible por las brutalidad de la ejecución. La resolución del caso pondrá en escena la violencia subterránea (pero también explícita) entre las diferentes comunidades y los vínculos que éstas, para conseguir poder, generan con el narcotráfico.

De paso por Buenos Aires para participar del Festival Ban!, Karim Miské habló de Arab Jazz, que aquí se publicó por Adriana Hidalgo Editora con traducción de Eduardo Berti.

 

En la novela, la religión es otra forma de adicción.

—Por supuesto conocés la afirmación que dice que la religión es el opio de los pueblos, ¿no?

Bueno, aquí la tomás de manera literal.

—Para mí es interesante tomar las cosas literalmente. Bret Easton Ellis en American Psycho tomó la idea de que los ejecutivos exitosos eran, en verdad, asesinos y entonces hizo que uno fuera un asesino serial real. Pero para volver a la pregunta… Tengo que contarte algo primero. Antes de convertirme en escritor fui director de cine y filmé un documental sobre los nuevos fundamentalismos en el judaísmo, cristianismo e islamismo y observé que entre sus fieles había muchos ex drogadictos. Creo que si sos drogadicto es porque tenés un vacío interno que necesitás llenar y noté que ese vacío que antes se llenaba con altas dosis de droga lo cubrían ahora con la religión. Además los nuevos fundamentalistas en esas religiones toman el libro literalmente.

Hay otra clase de adicción en el libro: Ahmed, el protagonista, es adicto a las novelas negras.

—Ahmed se está recuperando de una depresión. Él primero tiene que vivir con la historia de su madre, que era psicótica, pero también vio cosas que no debería haber visto y ya no pudo seguir con su vida habitual. Entonces tuvo que olvidar aquello que vivió y las novelas negras le ayudaron a olvidárselo. En las novelas negras hay crímenes, pero no son reales. Es como un sucedáneo.

¿Por qué en París en particular y en Europa en general las comunidades de árabes y judíos viven tan en conflicto?

—Me han dicho que en otros países como en Chile también se dan. Creo que la diferencia principal entre Europa y Sudamérica es que esta es una tierra de inmigrantes y todos son iguales (en Argentina no hay población nativa con lo que tampoco se da ese problema; en otros países de América latina sí la hay, por lo que ese conflicto está aún presente), pero en parte el problema de la inmigración en Europa se da porque los europeos no aceptan que otros quieran vivir allá. En Francia, aún aquellos que entienden lo que sucede en África, no lo vinculan como un efecto de la colonización francesa. Europa colonizó al resto del mundo y ahora el resto del mundo va hacia Europa y los europeos no quieren saber por qué.

Pero la pregunta estaba en relación al conflicto entre las propias comunidades entre sí.

—Es que es resultado de la colonización: divide y reinarás. Por ejemplo, Francia le dio la nacionalidad francesa a los judíos de Nigeria pero no a los musulmanes. Por supuesto que eso creó un problema, todos tienen algo que decir de los otros. El Gobierno francés está jugando un juego muy peligroso: hacen lo mismo que lo que pasó en Gaza. Muestra una preferencia una preferencia hacia los judíos, lo que hace acentúa el conflicto.

En el libro hay un grupo de rap de cuatro amigos de diferente etnia y religión que conviven durante un tiempo, pero que luego se separan. Encuentro allí una metáfora que resume el libro.

—Efectivamente, es así. Al principio los cuatro jóvenes no tenían nada que los separara. Son parisinos, comparten el mismo tipo de vida. Simplemente que aquello que los une no es tan fuerte como lo que los va a separar. Es una metáfora no sólo del libro, sino también de lo que está ocurriendo hoy. Los chicos pueden llegar a ser amigos hasta que terminan el colegio, pero cuando ocurre una crisis internacional como la actua, esos grupos terminan explotando.

Es llamativo que en la novela todo suceda en un barrio. París es una ciudad inmensamente grande, pero toda la trama sucede en un pequeño espacio: los personajes son amigos, los sospechosos son conocidos, las peleas se dan entre vecinos… Parece una película de Spike Lee.

—Es lo mismo: aunque uno viva en Nueva York, si se mueve en su barrio, por más que la ciudad sea grande, no deja de estar en un barrio. Aquí los personajes podrían dejar el barrio, pero no lo hacen. Eso es algo que sucede más que nada en los barrios más populares. Y además una novela negra es como una tragedia: cada personaje debe tener un rol que tenga impacto sobre lo demás.

Al ser esta una novela que anuda el misterio en el conflicto religioso, quería preguntarte que consideraciones tenés acerca de la guerra que está sucediendo ahora en la Franja de Gaza.

—Hice una serie de documentales sobre los conflictos entre judíos y musulmanes a lo largo de la historia. Son cuatro películas de una hora cada una. Lo bueno de trabajar con una perspectiva histórica es que se toma un poco más de distancia. En la historia de Israel y Palestina se puede subrayar que cada uno se pone en el lugar de víctima. Hoy en día, cuando se calcula el número de muertos, se nota que Palestina es la víctima e Israel es el verdugo. Pero a través de la historia no fue tan sencillo: durante siglos los judíos estaban en una posición inferior en el mundo musulmán y lo musulmanes no lo reconocen. Ellos dicen que las cosas empezaron a andar mal cuando llegaron los europeos a Israel, pero lo cierto es que no tenían una convivencia ideal. Hoy en día se nota que la víctima es Palestina, pero no sirve de nada decir que la razón es por los judíos europeos. Es imperioso que se encuentre una solución a este guerra.

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