Adonde van los muertos

Jueves 07 de abril de 2011
Sobre la obra Adonde van los muertos del Grupo Krapp.
Por FP.
Véase antes de leer:
Este video, o tráiler, es la introducción a una obra que se supone nos anticipa otra obra: una del futuro, que se va a estrenar en La Plata en agosto y que va a tratar sobre la muerte. El “Lado B” surgió en el work in progress que los integrantes del grupo Krapp realizaron en el Festival Buenos Aires Danza Contemporánea, pero ellos declaran que no es un work in progress. Entonces es una especie de versión sobre la tarea creativa, y en su composición tiene rasgos del making of constituido casi como género aparte, en el que el armado de la historia ya es historia.
La forma de decir del grupo Krapp soporta la traducción de los subtítulos del tráiler, resiste tanto el fondo blanco de la pantalla, como el fondo negro del escenario, aguanta los tiempos en silencio del teatro, se habla también con música, tiene el caudal de movimiento de la danza y la profundidad de lengua de la literatura.
Después de las experiencias que cada uno juntó por su lado durante estos años, reunidos están expandidos: además de Edgardo Castro, Fernando Tur, Gabriel Almendros, Luciana Acuña y Luis Biasotto, al fondo hay una mesa de técnicos que en ocasiones intervienen, hay otra persona in progress adentro de la panza de Acuña y está Alejo Moguillansky, que hizo los videos editando distintas respuestas a las preguntas difíciles sobre qué pasa con morir. Una chica extranjera, sin saber que con su español rústico da en el clavo, dice en la pantalla: “No, no… Me parece que no tengo muerte”.
Las preguntas y las aproximaciones de respuesta atraviesan de punta a punta. Mientras, los espectadores que quedan en la oscuridad tienen los ojos fijos en el maleado espacio escénico, donde dos hombres hacen un caballo, alguien dice que entiende morir como entrar desnudo caminando al mar –y al final lo hace– y otro cae de rodillas. “¿A qué hora le gustaría morir?” En la reflexión de los interrogantes se puede jugar hasta a elegir la hora: en lo lúdico se prueba la resistencia del cuerpo, se distrae la mortalidad, se va consumiendo la energía.
Adonde van los muertos, ¿eh? A dónde.
Cada vez que la cuenta regresiva explota o que una escena termina, la acción se va al margen del escenario, hacen como que ensayan, vuelven a sus diálogos acerca de la obra. Son como coreografías de palabras que aprovechan para burlarse de la opinión, de los conceptos comunes, de las convenciones y de las pretensiones. Dicen sobre ellos mismos: “¿lo hacen a propósito o porque no saben hacer otra cosa?” Los ojos de Edgardo Castro se ríen.
El grupo experimenta en busca de trastocar las maneras de decir, de hacer llegar, multiplica los canales expresivos y altera los roles tradicionales que cada cual cumple en la representación: los técnicos pueden aparecer tomando café y mirando al público desde la pantalla, el público puede volverse médium entre Krapp y el resto de los espectadores y ellos pueden estar en el lugar del observador inclusive desde arriba del escenario.
El formato fragmentario del “Lado B”, que sea una especie de metalenguaje y que vaya constantemente de un extremo a otro en la representación de algo tan difícil de pensar –por lo que duele– como la muerte, no impide que esté lleno de elementos simples (por eso nos preguntan: "¿cree usted que esta obra es para niños?"), hondos, tan cargados a la vez de afecto y de humor que uno se siente como un espectador de circo que espera ansioso el próximo número y que si se ríe o llora no sabría decir bien por qué.
Adonde van los muertos está en cartel en Espacio Callejón, Humahuaca 3759.