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"El detalle es un amparo"

Las novelas largas ¿tienen lectores? ¿Cómo insistir en una forma que parece anacrónica? Tres autores conversaron alrededor de eso en una mesa del Filba.

Por Valeria Tentoni. Foto Rodrigo Ruiz Ciancia.

PANEL REGISTRO DEL CRIMEN-4
Sissel-Jo Gazan en el Filba.

“Escribir una novela larga era una ambición que tenía. Busqué contar una historia que me permitiera extenderme. Venía de escribir una trilogía de novelas policiales, donde trabajé con una estructura muy determinada. Como lector me entusiasman las novelas largas en general. De Bolaño, si tengo que elegir, elijo 2666. Si tengo que elegir entre lo de Levrero, elijo La novela luminosa. Siempre elijo la más excesiva. Me interesa trabajar sobre el exceso”, dijo Ricardo Romero, autor de Historia de Roque Rey. Y es interesante pensar que fue, justamente, Romero, en su rol como editor en Gárgola, quien se encargó de darle la versión más bonita que tuvo al momento Los Sorias, la novela tótem de Alberto Laiseca que le saca al Ulises de Joyce 30.000 palabras de ventaja (contadas por el propio Laiseca). Y es interesante pensar, además, que una de las lecciones de Laiseca a sus discípulos es: “Lo que no es excesivo no vive”.

Silvina Friera sugirió, en su rol de moderadora de la mesa “Reinvención de un clásico” de la última jornada del Filba en el Malba, que “toda escritura crea un exceso”, que toda creación de un mundo es excesiva. Las otras dos invitadas a pensar con ellos estos temas fueron Sissel-Jo Gazan y Eleanor Catton. La última, nacida en Canadá y residente en Nueva Zelanda, es autora de la novela Las luminarias, que tiene más de 800 páginas y con la que ganó el Man Booker a sus 28 años. Nacida en Dinamarca, Sissel-Jo Gazan, vive en Berlín. Debutó con Besos en agosto y también publicó el libro de no ficción Sí, quiero: qué saben los clérigos sobre el amor.

“Cualquier novela larga, por más oscura que sea, es optimista porque se está escribiendo para lograr un sentido y se busca un lector que se abstraiga de su tiempo para entrar en ese mundo”, avanzó el argentino. Para Catton, a diferencia de él, la longitud de su libro fue una sorpresa: “Traté de imitar el estilo y la forma de las novelas taquilleras del Siglo XIX. Leía a Dickens y Tolstoi, y pronto me di cuenta de que si uno adopta ese estilo, pronto adopta todo, también la extensión. La longitud para mí fue algo que decubrí a medida que iba escribiendo, algo inherente al argumento”.

“Yo nunca había pensado sobre la longitud de la novela”, contó la danesa, “dediqué mucho tiempo en ir al pasado de los personajes y contar sus historias, y eso no se puede hacer en pocas páginas. Puse el punto final cuando se había terminado la historia”. Aunque, sí, dijo que “los editores tienen una tendencia a pedirte que escribas novelas cortas”. En su caso, estaba terminando sus estudios como bióloga y, mientras completaba su tesis, llevaba un segundo archivo en crecimiento que era nada más y nada menos que el borrador de Las alas del dinosaurio, a la que catalogó como un “híbrido extraño”. Allí, dijo, usa “el crimen y la ciencia para escribir una novela sobre las personas”. “Soy una escritora muy intuitiva, y a veces no sé sobre qué estoy escribiendo. Cuando termino la novela me retrotraigo y veo. Una vez tuve que tirar seis meses de trabajo, y creo que es muy importante poder hacer eso. De repente una se despierta una mañana y dice: esto no funciona”.

Romero, en cambio, no tira nada: “Será porque uno es más melancólico, o porque las mujeres son mas prácticas. Lo encajono, guardo, amontono papeles… Me hace bien saber que están ahí”. Catton habló luego de su propia conducta como escritora: “Cuando no estoy trabajando en un libro, no estoy escribiendo. No soy de esos escritores que están todos los días en su estudio. Escribo cuando tengo una preocupación en mente, es filosófico, de algún modo. Algo desconocido que quiero perseguir en mi libro. Con Las luminarias la pregunta era una pregunta estética”.

Friera los invitó a pensar alrededor del valor de los detalles en sus escrituras y lecturas, y los tres evocaron escenas de libros que les llegaron en la infancia. “Con Historia de Roque Rey los detalles me funcionaron como puertas, claves para entrar en la vida de los personajes. A través de esos detalles uno descubre el mundo que quiere contar. Dickens, cuando no sabía cómo resolver un texto, metía un personaje. Pero ese personaje también funciona como un detalle, es parte del paisaje y puede cobrar importancia o no, y muchas veces te sorprende y no queda otra que seguirlo. El detalle es un amparo. Estamos muy acostumbrados a estar bombardeados por grandes relatos compactos, donde está todo resuelto y nosotros sólo somos espectadores, lectores pasivos”. “Cuando pienso en las novelas que leí de chica, siempre pienso en las descripciones”, agregó Catton, y recordó un bueninvento del padre de la familia Ingalls. “Detalles como esos, de niña, me parecían muy significativos. Después de leerlo, yo sentía que sabía cómo hacerlo”.

Friera también preguntó por el lugar del diálogo en sus novelas. “Creo que hemos perdido mucho el acto de la conversación. Tenemos muchas interrupciones. Cuando yo escribo el diálogo pienso en las novelas de los Siglos XIX, XVIII y XVII... Había mucha más conversación antiguamente. Dos mentes se reunían para hablar, para dilucidar cómo definir una idea, cuál era la postura de cada persona sobre un tema. Una de las razones por las que escribir diálogos es tan difícil y tan reconfortante a la vez, es que hay que crear la ilusión de dos personas verdaderas hablando. Tienen que sonar y parecer independientes una de la otra”, explicó la canadiense. “Me interesa el personaje que no habla demasiado”, dijo Romero, y citó Los demonios de Dostoievski: “Tiene unas 200 páginas al principio donde describe personajes y después los pone en acción en diálogo, y todo lo que dijo empieza a sonarte inexacto e incluso, a veces, falso. Ahí es donde el personaje cobra dimensión. En la página 600, uno de los personajes muere y al pasar dicen que en el bolsillo tenía un recibo de una comida de una cena de hacía tres meses. Esos detalles te dicen tanto de un personaje… El diálogo también es entre los detalles y la historia en grande. El dialogo que más me interesa es ese. Roque no habla mucho, sus cosas hablan un poco más que él”. Sissel-Jo Gazan contó que comenzó a atender a los detalles leyendo los libros de misterio de Patricia Cornwell y viendo cómo distribuía el suspenso.

“Cuando uno escribe un libro largo, la confianza que le pide al lector es muy grande. Le estás pidiendo al lector que le dedique mucho tiempo”, redondeó Catton. “Tiene que ver con conservar la atención en toda la novela. Mi editor no está tan preocupado por cuántas páginas le entrego, sino por que funcione la historia”, secundó Gazan.

Romero dijo que “escribir una novela larga es una experiencia física. Te compromete en mente, espíritu y cuerpo: entra a jugar con todas las experiencias cotidianas y tiene que ganarle espacio a todo eso”. Para Catton, “un buen libro es un libro que se merece estar en la forma en la que está”. Antes de cerrar dejó un párrafo precioso: “Cuando escribo, el lector que me imagino soy yo. Escribo para crear una experencia que me mantenga a mí interesada. Trato de leer de manera generosa, amplia, sobre distintas tradiciones. Uno de los mejores consejos que recibí, de un estudiante joven, era el de trabajar como si uno le estuviera escribiendo a un público compuesto por los autores de todos los libros que uno leyó, como si Tolstoi o Graham Greene fueran los lectores de todos tus libros. Es muy importante tratar al lector con sumo respeto. Una de las peores cosas que puede hacer un escritor es suponer que un lector es menos inteligente que uno. El lector siempre es más inteligente que uno: vivió en más lugares que uno, tuvo más experiencias, sabe más cosas, porque son muchas personas y uno es uno. El proyecto de escritor es 90% tratar de ser buen lector y 10% escribir. Esa es mi estrategia”. Sissel-Jo Gazan contó que trata de pensar poco en el lector cuando escribe: “Mi primera lectora soy yo misma. Conocí a mucha gente que se enfoca demasiado en lo que va a ocurrir cuando ya esté publicado el libro. Para mí, la razón de escribir es el período en el que la historia está en elaboración, pero no publicada. Me gusta ese año, año y medio, donde la historia se está desarrollando y la tengo para mí sola y puedo trabajar y hacer lo que quiero”.

El local cerró el encuentro advirtiendo que su plan es avanzar en el camino de los textos de largo aliento, y que cuanto más largo mejor: “La aventura es el territorio de lo inesperado, y cuando uno entra en ese territorio se vuelve un poco adicto a eso”.

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Martes 17 de febrero de 2009
Lo que viene: Mondadori, Lumen, Debate

El año editorial está comenzando y promete importantes lanzamientos. Nos propusimos ir a las diferentes editoriales para que nos cuenten con qué nos vamos a encontrar en las mesas de novedades durante los próximos meses.

El primero en responder fue Luis Diego Fernández, de Editorial Random House Mondadori.

novedades mondadori

¿Qué títulos (novedades, reediciones) tienen previstos para este año?

Tenemos un año muy fuerte en la división literaria de Random House Mondadori. Ya en Febrero comenzamos con Otros Colores de Pamuk (Mondadori) y Cuentos Europeos de Doris Lessing (Lumen). Particularmente, en Mondadori, en el curso del año publicaremos la nueva novela de Philip Roth, Indignación y, más adelante, una novela breve satírica titulada Nuestra Pandilla. Lanzaremos la colección Roja & Negra -destinada al policial negro- dirigida por Rodrigo Fresán, cuyos primeros títulos saldrán en abril. Además, lanzaremos en un pack en DeBols!llo la Trilogía Involuntaria de Mario Levrero. Editaremos las nuevas novelas de dos Premio Nóbel: Coetzee (Tierras de Poniente) y Pamuk (El Museo de la Inocencia).

En la línea local, editaremos Realidad de Sergio Bizzio y Autobiografía médica de Damián Tabarovsky, y dos nuevas novelas de Leo Oyola y Juan Terranova. Finalmente, en el sello Reservoir Books comenzaremos a editar novela gráfica, entre otros títulos, Breakdowns de Art Spiegelmann. Y hacia fin de año un ensayo en Debate sobre García Márquez de Gerald Martin.

Será un año muy fuerte para Lumen también. Con la política de reediciones, redescubrimientos o relanzamientos que caracteriza al sello publicaremos El desfile final de Ford Maddox Ford, los Cuentos escogidos de Mujica Láinez, Entre Actos de Virginia Woolf -con prólogo de Luis Chitarroni. En sintonía con la era Obama, editaremos la nueva novela de la afroamericana Toni Morrison, Una bendición. También realizaremos una importación de buena parte del catálogo de Mondadori, Lumen, Caballo de Troya -el sello más experimental de RHM- y la línea literaria de DeBols!llo.

¿A qué nuevo autor hay que prestarle atención?

Lush Life de Richard Price. Cineclub de David Gilmour. Todos los autores de la Colección Roja & Negra.

Martes 24 de febrero de 2009
Lo que viene: Entropía

¿Qué novedades podemos esperar en 2009? Esta semana responde Juan Manuel Nadalini de Editorial Entropía:

novedades entropía

¿Qué títulos (novedades, reediciones) tienen previstos para este año?

Aunque la fecha que figura en la página de legales nos contradiga, bien podríamos decir que el año entrópico empezó con la insoslayable ópera prima de Pola Oloixarac: Las teorías salvajes (potente novela que todavía es una novedad en las bateas y que recién empieza a cosechar críticas y comentarios de diverso calibre). O, desafiando aun más el fetichismo calendario, por qué no, con Bizarra, el desmedido volumen (seiscientas páginas) con la obra teatral en diez episodios de Rafael Spregelburd, que llegó a las librerías hace apenas unas semanas.

Ahora bien, en cuanto a las novedades del resto del 2009, la cosa será más o menos así (hago un punteo desordenado y para nada exhaustivo):

1. Publicaremos, apenas despunte marzo, nuestra primera traducción: Conquista de lo inútil, de Werner Herzog, padre de la cinematografía alemana de posguerra y -desde ya- escritor de una notable sensibilidad. Conquista de lo inútil, que saldrá en este caso con un elocuente e inequívoco subtítulo ("Diarios de la filmación de Fitzcarraldo"), fue traducido por Ariel Magnus.

2. Acto seguido, ganará las estanterías Manigua (una novela swahili), de Carlos Ríos, breve e hipnótica ficción escrita en un estilo que bien podría ser definido como realismo desencajado. Interesantísimo trabajo sobre el lenguaje y sus intersticios.

3. Afianzaremos nuestro catálogo de narrativa con segundos libros de varios autores de la casa. En este caso, novelas. Por ejemplo: Romina Paula (con su opus Agosto, finalista del Premio Página/12), Ignacio Molina (con la por ahora titulada Los modos de ganarse la vida), y Gonzalo Castro y Sebastián Martínez Daniell, dos pioneros del sello, con sendas novelas aún sin título confesable.

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