¿Nunca quisiste matar a nadie?

Viernes 19 de abril de 2013
"¿Nunca quisiste matar a nadie?" Un adolescente de pueblo llega tarde a Buenos Aires y se sube a un taxi, que resulta ser un coche bomba. La película de Sergio Bizzio se presentó en el Bafici 2013 participando de la competencia argentina.
Por Patricio Zunini.
"¿Nunca quisiste matar a nadie? O sos muy joven o mentís".
Walter envía una novela gráfica a un concurso cuyo premio es la edición del libro y una mañana, un tiempo después, recibe una encomienda con diez ejemplares y la carta de la editorial donde lo invitan a la presentación en la Feria del Libro de Buenos Aires. Walter tiene diecinueve años, está en el umbral de la adultez, vive en un pueblito de Santa Fe que se llama Barthes (¿Existe o es una referencia a Roland Barthes y su estudio sobre las mitologías? La historia de Walter sostiene la estructura clásica del mito) y decide viajar a Buenos Aires acompañado por la madre. Pasa algo, pierde el micro y se queda solo. Llega al hotel con el tiempo justo para cambiarse y correr a la Rural. Pero se sube al taxi equivocado.
Walter tiene 59 años y maneja un taxi cargado de explosivos. No es un terrorista: la vida lo fue desgastando, los sueños se fueron degradando. Se quedó sin objetivos, pero tiene una misión y va camino a cumplirla cuando el otro Walter se le sube al auto y el plan se altera completamente.
Así comienza Bomba, la película dirigida por Sergio Bizzio que se presentó en el festival de cine independiente Bafici 2013 participando de la competencia argentina. Protagonizada por Jorge Marrale (con una actuación superlativa) y Alan Daicz (que interpretó a Bruno en Un amor, de Paula Hernández basada en el cuento de Bizzio), Bomba es una película inesperada para el Bafici porque es una apuesta por la narrativa. La noche del estreno Marcelo Panozzo, director artístico del festival, dijo que bien podría estar incluida en la sección “Vanguardia y Género”.
Durante una hora y media, mientras el taxi cruza la ciudad, el ojo de la cámara se queda casi exclusivamente con lo que sucede en el interior, lo que provoca una extraña sensación de claustrofobia a cielo abierto. Walter, el chico, nuestro héroe, va cambiando, se va convirtiendo: de aquel que quiere salir a toda costa del auto a aquel que se compromete a evitar una muerte, aún cuando eso implique arriesgar la vida.
Los dos Walter podrían ser la misma persona en los extremos. Los dos se enfrentaron a situaciones —no revelaremos aquí cuales— que no por convencionales dejan de ser límites. Para Walter, nuestro héroe, la edad y la energía y la oportunidad le dan esperanzas para recomponerse. Para Walter, nuestro antihéroe, el tiempo ya terminó. En esa tensión se mueve el coche ¡bomba!