Toda literatura es moral

Miércoles 19 de agosto de 2015
La semana pasada, Jorge Consiglio presentó en la librería su novela Hospital Posadas, junto a Ricardo Romero, Liliana Herrero y el autor de esta nota.
Por Gabriel Bellomo.
Una tarde de hace más o menos tres años, en la confitería Los Galgos, que ya no existe, Jorge Consiglio me habló de la posibilidad de esta novela. Con esa especie de pudor tan propia de él, casi en el tono de las confidencias, me dijo con entusiasmo más bien contenido que tenía una historia entre manos. Escuché la historia, le dije tenés que escribirla. En ese punto en que el texto a ser escrito no es más que un esbozo, una representación fantasmal, uno sabe que en adelante y por un lapso incierto e impredecible, al otro le esperan meses, años de una tarea por momentos luminosa, pero que en otros será de desaliento.
Lo cierto es que aquella historia mínima que me relató en el bar, hoy es esta novela. Una gran novela. Basta leerla. Finalmente la verdad y la prepotencia de la obra están únicamente en la misma obra. Por lo que me reservo el privilegio de referirme brevemente a la prosa de Jorge, a las marcas personales de su prosa, o sea a la calidad y originalidad de toda su ficción.
En una época en que el estilo parece pertenecer más a la historia de la literatura que a la literatura, Jorge construye con una voz personalísima, una manera de “decir”. Es notable el minucioso trabajo con la palabra y la peculiar poética que equilibran tan bien el tono narrativo. Y me refiero a la elección de las palabras tal como lo reclamaba Kafka, como una decisión entre la vida y la muerte.
Sospecho que la profundidad y la inteligencia de sus textos proviene —ante todo del talento, claro— de una especie de educación recíproca entre las historias que conforman sus relatos y novelas y la manera en que las narra. Nina Berberova, en un ensayo dedicado a Nabokov, cita a otro ruso de apellido impronunciable para referirse al contenido como el paso de la forma al contenido, y a la forma como el paso del contenido a la forma. Un enunciado que puede comprenderse fácilmente, pero que requiere de una gran maestría para su ensamblada ejecución.
Opino, como otros, que toda literatura es moral. La habilidad del escritor se manifiesta en dejar tenues rastros personales, casi indistinguibles en cualquiera de los personajes, tal vez en todos. El narrador de las ficciones a las que a aludo: Marrakech, El otro lado, El bien, Gramática de la sombra, Pequeñas Intenciones, apenas se deja ver en escena, siempre está atrás, bien atrás. Y esto requiere de mucho más que oficio.
Flannery O´Connor, en su libro Misterio y maneras, escribió:
El novelista hace sus declaraciones mediante la selección, y si es bueno, selecciona cada palabra por una razón, cada episodio por una razón, y los organiza en una cierta secuencia temporal por una razón. Demuestra algo que no puede demostrarse más que con una novela entera.
Es lo que Jorge Consiglio nos viene demostrando con cada libro, y con Hospital Posadas esta noche.
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