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"Un librero es un curador"

Visitamos McNally Jackson en el Soho neoyorquino y conversamos con Javier Molea, a cargo de la sección de literatura en español, para una nueva entrega de la serie de entrevistas a libreros.

Por Cecilia Boullosa.

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"Soy un exiliado económico", dice Javier Molea, quien a los 30 años dejó su Montevideo natal para armarse una nueva vida en Nueva York. Estamos en el depósito-oficina de Mc Nally Jackson, una especie de pasillo angosto, con cajas amontonadas y una luz algo mortecina, que tiene muy poco del glam que muestra la librería a sus clientes, entre los que están David Bowie, Patti Smith o muchas de las modelos que engalanan las portadas de las revistas que se venden en el local de 52 Prince Street (entre Lafayette y Mulberry), que también tiene cafetería y una Espresso Book Machine, una impresora on demand de la que salen libros con la misma velocidad que un mochachino. Molea trabaja desde hace 10 años en la librería -poco después de que McNally Jackson abriera sus puertas a mediados de 2004- y en este tiempo se transformó en un referente para muchos escritores que viven o pasan por Manhattan. Además de una sección con más de 4.000 libros de literatura en español, organiza talleres, tertulias literarias, fundó una editorial de poesía bilingüe y narrativa y un ambicioso proyecto que denominó La universidad desconocida.

¿Cómo elegís los libros de tu sección en McNally Jackson? ¿Impera tu gusto personal?

Siempre impera tu gusto personal. Por suerte estoy en un lugar donde dejan que impere mi gusto personal y tengo doble suerte de que mi gusto personal coincide con el gusto personal de la dueña y de los chicos de la librería. Yo venía de trabajar en librerías en Montevideo y vendés de todo. Lo que más vendés en Latinoamericana son traducciones, salvo en algunas librerías muy particulares. Acá aprendí el concepto de curar una sección. ¿No sé si lo hablamos el otro día cuando viniste?

No.

En Uruguay pasé de la universidad derecho a una librería. Tuve mucha suerte porque me hizo cambiar mi elección de ser un académico a ser un librero, lo que me hace muy feliz. Estudié letras en Humanidades así que tengo una impronta muy literaria que viene de mi formación. Allá las librerías están armadas a partir del libro que se vende y el libro que se vende es o era John Grisham, Danielle Steel, Sidney Sheldon, Ken Follet. Me acuerdo de los best sellers de Emecé. Tenés la categoría best seller que acá se le dice fiction. Cuando vengo a trabajar acá descubro el concepto de curador de una sección de libros, que es como curar la obra de alguien, curar una exposición. Me encantó el concepto, creo que tiene mucho más que ver a lo que hacés como librero. Más aún con una oferta tan grande de libros, tenés que estar todo el tiempo curando, seleccionando muy bien, tener una idea de tu público y de lo que vos querés.

Ese gusto personal que coincide con el de la librería, ¿vos cómo lo definirías?

Literario. No hay otra forma de ponerlo.

¿Cada librero que trabaja en McNally Jackson tiene su sección?

Tiene varias. Incluso el pibe que recibe libros tiene una sección.

¿Qué aprendiste del mercado del libro en español en Estados Unidos?

Hay muchas fantasías desde Latinoamérica y España respecto a la venta de libros en español en Estados Unidos. Primero, creen que es un mercado enorme. Es el primer error. Acá tenés dos tipos de hispánicos, como les dicen acá. Los que crecieron en Estados Unidos pero vienen de una familia hispana y pueden hablar o no español, pero eso no quiere decir que lean español, y el inmigrante que ya llegó hablando español. Según el último censo hay en Estados Unidos unos 32 millones de hispanos. Pero de la gente que llegó acá, la que va a mantener el español es ínfima. Será un 10 por ciento, vamos a suponer 3 millones. Los otros 27 millones son personas que crecieron acá. La primera generación generalmente no leyó porque fueron inmigrantes que se mataron trabajando, la segunda aprendió inglés y lee en inglés. La tercera generación, que es lo que estamos viendo ahora, está aprendiendo o tratando de recuperar el español. Igual acá la gran venta que se hace en español se hace en Wall-Mart y en las cadenas Barnes & Noble. Y el 90 por ciento de lo que se vende ahí son traducciones, desde Harry Potter hasta John Grisham y libros de autoayuda. El 50 por ciento son libros de autoayuda. Si yo tengo una formación literaria y trabajo en una librería literaria, ¿cómo hago para entrar en un mercado literario en Estados Unidos? ¿Qué es lo que me queda?

¿Y cómo hacés?

Tengo suerte de que estoy en Nueva York. Si estuviera en Minnesota nadie me hubiera dado bola. ¿Por qué la dueña de la librería decide abrir una sección de libros en español? Porque lo veía como un apoyo a la comunidad, no porque pensara vender muchos libros. El español era un idioma en alza. Una de mis metas fue sacar los eventos y los libros en español de la parte de comunidad y llevarlos a las páginas cultuales. Vila Matas, Alan Pauls no eran escritores para ir a las páginas de comunidad, sí libros del tipo "Mi vida como migrante", "Cómo crucé la frontera y llegue a tener mi empresa en Estados Unidos". De a poquito cambiamos. Yo dije a los hispanos no les vendo, no es el público que tengo. Mi cliente es un cliente literario, tiene una tradición de lectura, la mayoría de ellos están dentro del ámbito universitario, tienen un background cultural, viven en Manhattan o en Brooklyn, es un público sofisticado que sabe lo que quiera. Me di cuenta que el mercado no eran los hispanos sino los norteamericanos que quieren leer en español. El grueso del mercado para mí es el norteamericano que viajó y tiene esa especie de fascinación por Latinoamérica. Esa Latinoamérica nómade, salvaje…yo alimento eso para que me compren libros.

¿Cuáles son los autores más vendidos?

Bolaño, Borges, Cortázar, García Márquez y Saramago son los cinco autores que vendo siempre. Tengo cosas de todas partes, de Guatemala, de Costa Rica, de editoriales argentinas re chiquitas, vendo libros de gente que ni siquiera conozco. Nueva York es un centro por el cual los escritores en algún momento pasan. Pasan escritores que me traen sus libros o libros de sus amigos, pasan editores, tengo una variedad en ese espacio tan pequeño que es casi única. Es muy difícil que encuentres una librería en Latinoamérica o en España que tenga la variedad que tengo yo. Variedad. No cantidad. Un chileno puede encontrar un libro de Guatemala que no va encontrar en su país, lo mismo que un mexicano puede encontrar un libro chileno.

¿Por qué decís que es la mejor librería de Nueva York?

Yo amo esta librería. Tenemos un equipo de futbol, el Soho United. Entré en 2004, a los meses de que arrancó. Y es muy loco porque a la dueña la conocí siendo su jardinero, le iba regar las plantas a su escritorio. Ella se va de la editorial en la que trabajaba y los padres tenían librerías en Canadá y querían que ella abriera acá. Te puedo contar muchas cosas que me llamaron la atención. Lo de curar secciones, lo de curar displays. Por ejemplo hicimos una sección que era “El hombre y la máquina”, que incluía todas las novelas en las que había una interacción entre el hombre y la máquina y uno de los libros que incluimos fue La invención de Morel. Y es muy gracioso porque mi jefa siempre me pedía recomendaciones para los book labs en inglés y la primera novela que le había recomendado era esa de Bioy. Cuando vine al book lab me di cuenta que la gente no había entendido nada, decía que era aburrido, una boludez. Y no vendía nada Bioy. Cuando lo pusimos en esa sección en la que había libros de ciencia ficción, pero también de ensayo o policiales vendió treinta o cuarenta libros por semana. Simplemente habíamos cambiado el contexto de lectura.

Esa forma diferente de exponer los libros necesita de libreros muy lectores.

Acá tenés que tener un background, generalmente los libreros son egresados de colleges, tienen un major en literatura o un minor. Y son muy jóvenes, porque se les paga poca guita. Eso es lo mismo que allá.

¿Qué criterio usan para elegir quién presenta en McNally Jackson?

Lo difícil es descartar escritores que quieren venir. Cada vez hay menos librerías, y menos lugares como éste. Toda revista literaria que saca un nuevo número lo presenta en la librería, el Paris Review, Granta, Harper´s. Al último escritor que tuvimos fue a Karl Ove Knausgaard, vinieron 400 personas. ¿Por qué Knausgaard presentó acá? Porque la editorial lo quería presentar en una librería donde se vendieran textos literarios.

Te hago una pregunta que tal vez te debería haber hecho al principio, ¿cómo terminaste en Nueva York
?

Fue por la culpa de ustedes. Yo tenía un muy buen trabajo en Argentina, en McGraw-Hil, trabajaba en Uruguay y me pagaban de Argentina. Llegó la crisis y me echaron, como a tantos otros. Creo que la oficina se quedó con un solo pibe. En el 2002 emigró el 8 por ciento de la población uruguaya. En ese momento tenía una casa con un préstamo en dólares.... casi me voy a Miami pero siempre había querido venir a Nueva York y tenía un conocido acá. Algunas amigas peronistas me critican porque no me fui a España, les parece mal que me haya venido al centro de la bestia. Y un poco de complejo de culpa uno siempre tiene. Me acuerdo que en algún lado había leído que el Che había dicho que siempre había querido venir a Nueva York así que dije “andá a cagar”. Y me vine acá y empecé a trabajar de jardinero en una empresa americana, llegué a manager, con un inglés malísimo, malísimo, incluso ahora mi inglés no es bueno. Y trabajé de jardinero como diez años, era librero y jardinero. Estaba casado y necesitaba mucho dinero, y ahora estoy divorciado y necesito más dinero todavía. Dejé de ser jardinero hace un par de años.

¿Por qué lo de jardinero?

Porque me pagaban muy bien.

¿Pero tenías alguna experiencia?

Ni puta idea. Aprendí acá. Obviamente hasta hace poco ganaba el doble siendo jardinero que trabajando acá. La venta de libros en español no necesitaba una persona full time. Ahora soy full time porque hago muchas cosas en inglés: shipping, la sección de francés. Soy coordinador de eventos fuera de la librería.

¿Qué recordás de tu trabajo como librero en Montevideo?

Tuve una librería en un boliche que funcionaba viernes, sábado y domingo, de 12 de la noche a 6 de la mañana. Blangladesh, se llamaba y me acuerdo que un día la llevamos a Marosa. Estaba en una casa en la ciudad vieja. Duró seis meses porque era muy cansador vender libros de Foucault a las 2 de la mañana en un boliche, después en librerías trabajé en muchas. Yo no inventé nada, lo único que hice fue traer una librería rioplatense acá. Acá ibas a las librerías que había en español y tenían este montón de boludeces latinas, cosas que no eran literarias, o tenían cosas viejas. Les daba lo mismo vender un libro sobre la voz del migrante chicano que a Vila Matas. Es muy bizarra la forma en que se ve el mercado del libro español desde Estados Unidos. Hay un desconocimiento de cuáles son los autores importantes en Latinoamérica y en España. Hay escritores que no tienen las más mínima relevancia o calidad literaria y que acá son maestros. O eran.

Dijiste que Nueva York es la Paris de los '60s, en términos culturales.

Soy bastante antieuropeo. Lo que yo vi es que la mayoría de los escritores quieren pasar por acá o están trabajando acá. Lo veo porque me escriben. “Voy a nueva york, nos tomamos un café”. Y te hablo de cientos de escritores, a los que antes sólo veía en la tapita de los libros y acá los conozco. Escritores noruego, polacos, indios, árabes. Eventualmente todos los escritores pasan por Nueva York.

¿Cada cuánto volvés a Uruguay?

No volví todavía, y no sé si voy a volver. Tengo una relación muy extraña con Uruguay. Me fui muy caliente con el mercado del libro. Son cuatro familias que dominan todo el mercado. Es un país que debería tener una de las mejores ferias del libro y de las mejores editoriales y tiene una feria del libro que es una mierda, casi no tiene editoriales nuevas. Uruguay vende tres veces más libros que Argentina en comparación, no en volumen pero si en porcentaje. Es algo maravilloso pero es un lumpenaje lo que maneja el mercado del libro. No dan bola a las librerías, no se forma a la gente para trabajar en librerías, venden los libros muy caros. Acá están las grandes cadenas como Amazon pero también hay un movimiento independiente muy grande. Uruguay será un país muy lindo, muy igualitario, pero el sistema del libro es una oligarquía.

Links de interés

Más de la serie de entrevistas a libreros.

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