Una vida interrumpida

Martes 12 de marzo de 2013
La autora de Matate, amor recomienda leer los diarios de Etty Hillesum 1941-1943
Por Ariana Harwicz.
En los diarios de Etty Hillesum (Middelburg, 15 de enero de 1914 – Auschwitz, 30 de noviembre de 1943) conocemos a una mujer que mantiene una fuerte relación con el arte y que, presumiblemente, se hubiera podido convertir en lo que anhelaba, una escritora. Estos manuscritos autobiográficos escritos entre los años 1941 y 1943 testimonian su propio fin en un campo de exterminio y tienen como característica principal un uso lúdico y original (por el contexto) de la intertextualidad. Un ejemplo es el que combina la figura de Hitler con la de Iván el Terrible, o el sonido de las bombas y los gritos que le llegan desde la calle a su departamento de Amsterdam, incorporados a la música de Bach. Sobre al final ella menciona que le da fuerza leer unas pocas líneas de Rilke o Dostoievski.
Están muy presentes también la filosofía de Carl Gustav Jung y la dimensión espiritual con la lectura de la Biblia, San Agustín, el Evangelio de doce Santos, el Corán y el Talmud, entre otros textos canónicos que tienen un rol crucial en el tono y el estilo de su escritura. Como ella misma dice en su diario el Viernes, 29 de mayo de 1942:
Ya no se trata de un "esnobismo intelectual "... cada uno de ellos me da algo verdadero en su propio camino y están muy cerca de mí...
La confluencia de lo polisémico y de su propia voz aparece desde las primeras páginas, hasta la última, lanzada desde el vagón de ganado que la condujo a Auschwitz. ¿Hasta qué punto se puede hablar elocuentemente de un diario íntimo? ¿Se presenta como un discurso dirigido a alguien? ¿O está concebido como un acto solipsista? ¿O ninguna de las dos cosas y el autor se dirige a todo el mundo y a nadie? El registro de sus diarios está dado por el cruce entre su individualidad y su aspiración a la universalidad. Hay en la escritura de Etty una fuerte articulación entre el exterior, la brutalidad nazi, y su interior, compuesto por dos mujeres en una, la que asume su sensualidad y su deseo erótico, y la que lo rechaza. La biblioteca de Etty Hillesum es la fuente de sus confesiones, es ahí donde encontramos la intersección entre el arte y el salvajismo lo que constituye la base de su voz creadora. Nace así una narrativa dual ya que los diarios son un documento real y el lector puede interpretarlos como un testimonio histórico, pero la historia también es ficticia y deliberadamente mítica y el lector puede interpretarla en clave específicamente literaria. La pluma de Etty no puede integrar el catálogo de autores de "literatura testimonial" porque su voz emerge de una compleja red de influencias poéticas y religiosas.