Por Coni Salgado.

«Todo esto sucedió hace unos miles de años. Nunca había estado tan cerca de la muerte como aquel día de otoño en el que enterramos a mi abuelo.» Así comienza La casa, un libro escrito por Daniel Nesquens, relato en el que un niño describe con lujo de detalles todo aquello que ve y siente al momento de acompañar a su padre al funeral. Las descripciones en primera persona van desde el puñado de aves que sobrevuelan su cabeza hasta el chillido de los zapatos nuevos con los que asiste al evento más silencioso de su vida.

En la despedida recuerda cómo cada año una caja con regalos originales llegaban a su casa en vísperas de su cumpleaños: apenas dos líneas y en letras grandes "Felicidades". Soldados de plomo, coches en miniatura, libros ilustrados. Piensa lo poco que ha visto a su abuelo paterno y se pregunta sobre el vínculo que lo une a su padre. Comprende, sin lágrimas, que entre ambosexistieron desacuerdos y muchos años de distancia. Al final de la breve ceremonia, el sacerdote le da al padre la llave de la casa: de esa casa de donde su abuelo no había querido salir jamás.

La casa se convierte en una gran pregunta, que sin dudas, desea entrar.

La casa lo veía todo sin tener que moverse un paso. Veía las mismas nubes,los mismos cables telefónicos en suspensión, las mismas farolas, el mismo jardín, los mismos zarzales, las mismas flores lilas que crecían salvajes, la misma madriguera del señor topo, la misma caseta que había guarecido alguna vez a algún perro, la misma cadena sujeta a una estaca, el mismo ciprés bajo el que descansaba mi abuelo, el mismo sendero de gravilla, la misma cerca de piedra gris...

Apenas padre e hijo ponen la llave en la cerradura, se abre una nueva realidad. La casa los aspira con la fuerza de un ciclón, parece tener vida propia. Un mundo de fantasía los lleva a un espacio habitado por fantasmas. Una alfombra se convierte en arena movediza, un ratón marca el camino, un teléfono suena, tenebroso, en la cocina. Padre e hijo van corriendo obstáculos, ayudándose el uno al otro e intentando comprender los motivos y personajes que habitan la casa.

Zapatos para paseos cortos, zapatos para paseos largos, zapatos para tomar té, para comprar lotería, para caminar por Boston, para saludar al señor Parsson, para acudir al dentista, para perder peso, para jugar bolos, de fiesta, de ceremonia, de época..." No me pude resistir y saqué aquella caja. Eran unos zapatos blancos con la puntera, el tacón y los cordones negros...
De gánster. Estaban sin estrenar. Parecían caros. Los volví a meter en la caja y seguí buscando. Para mi entierro, leí. Abrí la caja: vacía.
—¡Ni se te ocurra meterte adentro!—le escuché decir a mi padre.
Pero ya era tarde. "Zapatos para salvar la vida", leí.

Las bellas ilustraciones —antiguas estampas floreadas— esconden una lectura más profunda en las formas que pasan desapercibidas a simple vista: una doble página de acetato en rojo, deja ver aquellas otras cosas que el ojo no puede percibir en una primera impresión. Colocándolo sobre las ilustraciones se puede apreciar el torbellino fantasmal con objetos y seres que habitan la casa. La solapa que recubre la portada y contraportada se despliega enorme mostrando la ilustración de la casa por dentro y por fuera, tal como fuera habitada alguna vez. En un extraño clima entre macabro e histórico, el pasado vuelve sobre quienes recorren sus raíces.

"Detrás de la realidad visible, siempre hay otro mundo".

Daniel Nesquens es un escritor zaragozano nacido en 1967 especializado en literatura infantil y juvenil. Su primer libro fue Diecisiete cuentos y dos pingüinos (2000), al que siguieron muchos más en los años siguientes, tanto álbumes para primeros lectores como relatos para segundos lectores. Su prosa se caracteriza por un humor del absurdo heredero de Tono, Mihura, Jardiel Poncela... En sus historias encontramos numerosos juegos de palabras y pinceladas de realismo mágico.
En 2010 resultó ganador del VII Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil con el libro El hombre con el pelo revuelto; en 2011, el Premio Barco de Vapor con Mi vecino de abajo. En A buen paso ha publicado Papá tatuado, ilustrado Sergio Mora.

Mercè López, nacida en Barcelona en 1979, es pintora e ilustradora. Ha ilustrado libros para adultos y más de 15 libros para niños, dos también escritos por ella, con editoriales españolas y extranjeras. Sus ilustraciones nos llevan a ambientaciones muy pictóricas y aparentemente clásicas, sin embargo sus pinceladas abren la puerta de un mundo surreal y extraño, en el que las combinaciones inesperadas toman de la mano el lector y lo llevan a descubrir territorios desconocidos.