El producto fue agregado correctamente
Blog > Librería > Porter & Welty
Librería

Porter & Welty

Historia de un madrinazgo literario

¿Quién dijo que los escritores emergentes necesitan padrinos y no madrinas? Eudora Welty, Katherine Anne Porter y la sororidad en el gótico sureño. Plus: un blooper de Faulkner, que intentó acercarse a la joven talento equivocándola con otra escritora.

Por Valeria Tentoni.

Eudora Welty publicó su primer cuento, “Muerte de un viajante”, en la revista literaria Manuscrito en 1936. Su manera de escribir atrajo la atención de Katherine Anne Porter, quien redactaría la introducción para el primer libro de esa chica alta de sonrisa tímida y limpia (un primer libro de relatos, como el suyo): Una cortina de follaje. Era 1941. “Estos cuentos ofrecen una gama extraordinaria de estados de ánimo, ritmos, tonos y variedad de materiales. La escena se limita a una ciudad que la autora conoce bien; los más lejanos confines de esa escena nunca van más allá de las fronteras de su propio estado. El aburrimiento, la amargura, la autocompasión y todo tipo de bajezas pueden ser el material más interesante para una historia, aunque no son los elementos centrales de la autora. No hay nada en absoluto vulgar o frustrado en la mente de la señorita Welty. Ella, simplemente, tiene ojos y oídos agudos, sagaces y verdaderos. Como un diapasón”, estampó, como una laureola, en ese prefacio.

Tan imponente y bien calibrada esa lectura que las que le siguieron se le parecerían: “Eudora Welty, pueblerina universal”, tituló Bibiana Camacho. “Un humor agudo, incontrolable, poco sentimental pero indulgente, es la lente a través de la cual Welty mira siempre a sus personajes y su destino”, explicaría Peter Conn en Literatura Norteamericana, donde también advierte acerca del “empujoncito” que le dio Porter a la pluma novel nacida en Jackson, Mississippi, hija de una maestra y un ejecutivo de seguros, hermana de dos, que empezó trabajando como publicista y sacaba unas fotos tremendas en sus viajes, durante la Gran Depresión, en Estados Unidos. Puestas en juego con los nombres que les elegía resultan de un efecto narrativo que nada tiene que envidiarle a la contundencia de sus relatos. Llegaría a exponerlas en la galería Lugene Opticians y se pueden ver algunas acá.

Katherine Anne Porter era casi veinte años mayor que Welty. Había perdido a su mamá a los dos, se había casado por primera vez a los quince (y volvería a hacerlo tres veces más en su vida), había trabajado como secretaria, extra de cine y cantante ambulante antes de hacer pie en el periodismo y publicar su primer cuento, a su vez, en una revista, la Century. “Creo que sólo he dedicado el 10% de mis energías a escribir. El otro 90 lo dediqué a mantenerme a flote”, dijo alguna vez. Podría decirse que conocía la dificultad. Publicó su primer libro en 1930 (Judas en flor y otros relatos) y logró reconocimiento prácticamente automático por ese tomo, aunque los premios más importantes tardarían unos treinta años más en llegarle (el National Book Award y el Premio Pulitzer, que Welty ganaría a su vez en 1973 por su novela La hija del optimista).

Las dos, junto a Carson McCullers y Flannery O’Connor, conformarían un cuarteto involuntario de escritoras del gótico sureño: “Las cuatro damas del sur”, o una “comunidad literaria”, como le preguntó Linda Kuhel para The Paris Review, incluyendo en el conjunto a Caroline Gordon. Pero Welty diría: “No estoy segura de que haya una línea punteada conectándonos, aunque todas sabíamos de las demás y todas, creo, respetábamos y leíamos el trabajo de cada una, y lo entendíamos. Algunas de nosotras somos viejas amigas. (…) Por supuesto, Katherine Anne Porter fue maravillosamente generosa conmigo desde el principio. En la época en que comencé a enviar mis primeros cuentos a The Southern Review, ella los leyó y me escribió desde Baton Rouge, invitándome a visitarla. Me llevó, supongo, seis meses o un año hasta que me animé. Dos veces llegué hasta Natchez y me volví. Pero, al final, sí llegué hasta ahí, y Katherine Anne no podría haber sido más acogedora. Más tarde, ella escribió la introducción para mi primer libro de cuentos, y le debo mucho por eso. Hemos sido amigas todos estos años”. Amigas: así definiría Welty la relación resultante de ese encuentro literario original. “La larga enfermedad y la muerte de Katherine Anne Porter la han dejado profundamente entristecida”, escribió Anne Tyler al entrevistar a Welty en 1980 para el New York Times.

En la entrevista citada de Kuhel, Welty se refiere a sus procesos de escritura:

Cuando me pongo a escribir, no escribo para mis amigos ni para mí tampoco; escribo por eso, por el placer de eso. Creo que si me detuviera para preguntarme qué pensaría tal o cual, o cómo me sentiría si esto fuera leído por un extraño, me paralizaría. Me importa lo que dicen mis amigos, muy profundamente —y solo después de que hayan leído el resultado final es que puedo descansar, en realidad. Pero, en la escritura, tengo que mantenerme avanzando únicamente con la cosa y lo que me dicta en mente.

Es un proceso tan interno que leer las pruebas de galera después puede resultarme shockeante. Cuando recibí las de mi primer libro —no, creo que sería por Boda en el Delta— pensé Yo no escribí esto. Era una página de diálogo —puede que nunca la hubiese visto antes. Le escribí a mi editor, John Woodburn, y le dije que algo había pasado con esa página al imprimirla. Él fue amable, ni siquiera se sorprendió —quizás esto le pase a todos los escritores. Me llamó y me leyó del manuscrito, palabra por palabra, lo que decía en la prueba. Las pruebas de galera no me shockean más, pero igualmente hay todavía un momento extraño con cada libro cuando paso de la posición de escritora a la posición de lectora, y de repente veo mis palabras con el ojo del público frío. Me da una sensación terrible de exposición, como si me hubiese quemado al sol.

El genio de Eudora recibiría, claro, numerosos apoyos y felicitaciones más. William Faulkner, con quien no se conocían en persona, le mandó una carta a su casa un 27 de abril de 1943 en la que le contaba que la había leído y le decía, simplemente: "Querida Welty: lo estás haciendo bien". Le preguntaba qué edad tenía, qué lecturas le interesaban, se ponía a disposición en caso de que necesitara ayuda, todo muy amable y generoso. Los dos escritores habían nacido en Mississippi, y Welty lo admiraba profundamente. Una vez dijo que vivir en el mismo estado que él era como "vivir cerca de una gran montaña, algo majestuoso". En la entrevista de The Paris Review se le pregunta por él y cuenta que le gustaba mucho y que se conocieron en una cena en Oxford, una juntada de viejos amigos de una y otro. "Cantamos himnos y cantamos viejas baladas —y al día siguiente me invitó a navegar. (...) Él no habló de la escritura, ¡y si no lo hizo, claro que no iba a ser yo quien trajese el tema a la conversación! Pero cuando él estaba trabajando en Hollywood una vez me escribió una carta de dos líneas —mucho antes de que nos conociéramos— y me dijo que le había gustado un librito mío llamado El novio del ladrón, que le hiciera saber si alguna vez podía hacer algo por mí. Era en un pequeño papel de anotador, en ese manuscrito suyo fino, primoroso, un tanto ilegible, en lápiz —y se me perdió".

Faulkner le dio una tremenda sorpresa a la joven promesa literaria, sí. Lástima que se equivocó y la felicitó también por un cuento que no era de ella sino de Zora Neale Hurston.

 

 

Bonus tracks 

  • La cuerda, un cuento de Katherine Anne Porter
  • Audio de Eudora Welty leyendo su cuento "A worn path" (en inglés)

Artículos relacionados

Miércoles 16 de diciembre de 2015
Bomba atómica

Los accidentes, opera prima de Camila Fabbri (Notanpuän), es un libro notable y perturbador.

Viernes 18 de diciembre de 2015
Un yo extraíble

Una lectura de Ágape se paga, de William Gaddis (Sexto Piso).

Lunes 14 de diciembre de 2015
El mensaje

"Los escritores son cavernícolas pintando sus manos en cuevas subterráneas".

Martes 29 de diciembre de 2015
Abril

"La poesía pone al lenguaje en un lugar muy extremo. Lo pone en el lugar de la incertidumbre". Carlos Batilllana presenta la última entrega de su poesía seleccionada, con un poema de Estela Figueroa.

Martes 22 de diciembre de 2015
"Gloria", Edgardo Zotto

Tercera entrega de la serie curada por el autor de Velocidad crucero. Presenta poemas de Edgardo Zotto: "Un acto de voluntad por estar en la belleza".

Lunes 14 de diciembre de 2015
Ranking semanal

Pájaros en la boca, lo más llevado de la semana.

×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar