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No seamos tan pesimistas

Sobre Cortázar de la A a la Z, compilado por Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga y diseñado por Sergio Kern (Alfaguara).

Por Patricio Pron.

cortázar de la a a la z“No me gustan esas rejuntas que parecen un poco un tacho de basura con sobras viejas”, afirmó Julio Cortázar en carta a Paco Porrúa en 1967 refiriéndose a las memorabilias de escritores. Antes, en 1963, había dicho (también en carta a Porrúa), a propósito de Final del juego, que su libro se parecía “a las rejuntas que hacen los editores cuando el maestro ha fenecido y hay que dar al mundo una última ocasión de gastarse unos pesos y completar la colección” (135).

Entre una afirmación y otra media un período de cuatro años y (tal vez) un cambio de opinión; de hecho, algunos de los mejores libros de Cortázar (La vuelta al día en ochenta mundos, Último round, Territorios, Los autonautas de la cosmopista) son memorabilia preparada por el autor, quien, “fenecido” en 1984, no vio la edición de unos Papeles inesperados recopilados por Aurora Bernárdez y Carles Álvarez Garriga y publicados en 2009 ni participó en la creación del reciente Cortázar de la A a la Z, un álbum biográfico preparado nuevamente por Bernárdez y Álvarez Garriga y diseñado (brillantemente) por el historietista, ilustrador y narrador argentino Sergio Kern, radicado desde hace años en Catalunya.

 

Cortázar de la A a la Z reúne fotografías, cartas, objetos, postales, cuadros, libros y manuscritos que pertenecieron al autor de Rayuela y a algunos de los destinatarios más habituales de su correspondencia: Félix Grande, Julio Silva, Claribel Alegría, Eduardo Jonquières, el ya mencionado Porrúa, su madre y su hermana, entre otros. A lo largo de sus páginas, y siguiendo el orden alfabético anunciado en el título, aparecen fotografías familiares, algunas juveniles (de un Cortázar sorprendentemente gordo y muy atildado), una carta a Alejandra Pizarnik con dos cabellos “auténticos”, los anteojos del escritor, reproducciones de sus pasaportes y cédulas de identidad (tanto argentina como francesa), su walkman, la radio que tenía en su estudio de trabajo, las portadas de varios de sus libros (incluyendo sus traducciones), algunos pasajes de Rayuela y de otras obras, fotografías de lo que se ve si se mira en los caleidoscopios que coleccionaba el autor, el plano de la “Casa tomada” de Juan Fresán, dibujos de Cortázar, una fotografía de su máquina de escribir, su abono de transporte, su agenda telefónica, etcétera.

La acumulación de estos ítems (que, indefectiblemente, recuerda al libro de Leanne Shapton Artefactos importantes y propiedades personales de la colección de Lenore Doolan y Harold Morris, incluidos libros, ropa y joyas, en el que la artista canadiense narra los prolegómenos, el transcurso y el final de una relación amorosa mediante la descripción de los objetos que la conformaron) podría resultar extemporánea si se tratase de otro autor; tratándose de Cortázar, sin embargo, la acumulación y el carácter heterogéneo de Cortázar de la A a la Z convierten a este libro en uno más de los artefactos del autor, a cuya serie se integra pese a no haber sido reunido por él, demostrando así que (a excepción del cuento, del que fue un maestro indiscutible) el género más conveniente para el autor de Argentina: años de alambradas culturales fue el de la memorabilia, que le permitía explorar la paradoja, la ocurrencia humorística, el comentario ingenioso (que no inteligente), el texto como objet trouvé y plenamente integrado a la vida.

Cortázar de la A a la Z ofrece al lector una oportunidad única de acceder a una muestra representativa de su obra y responde convenientemente a la necesidad apuntada por el autor de ofrecer al acólito “una última ocasión de gastarse unos pesos y completar la colección”; puesto que esos acólitos son legión (una legión que parece compuesta por algunos lectores, superados en número por personas que aprecian de Cortázar principalmente su “compromiso” político incluso en nuestros días, cuando los paraísos por los que peleó Cortázar demuestran su condición de cárceles), es posible que el libro de Bernárdez, Álvarez Garriga y Kern encuentre un público numeroso y entusiasta. A ese público se lo debería invitar a hacer el ejercicio de leer este muy bello Cortázar de la A a la Z al mismo tiempo que el Borges verbal preparado por Pilar Bravo y Mario Paoletti y publicado por Emecé en 1999; de hecho, ambos “diccionarios de autor” (el de Borges limitado a sus intervenciones orales y entrevistas) comparten numerosas entradas (“españoles”, “escribir”, “traducir”, “muerte”, “psicoanálisis”, “tango”, “vejez”) que señalan una diferencia de opiniones y de concepciones que va más allá de lo literario: léase por ejemplo lo que afirma Borges acerca de los sueños y los sueños de Cortázar reproducidos en su libro y se tendrá, no digamos la constatación de que sus proyectos literarios divergían (cosa que es evidente para cualquiera que se tome el trabajo de leer a ambos autores, incluso para los profesores de literatura), sino más bien la impresión de que Cortázar y Borges pertenecieron a épocas y tradiciones literarias muy diferentes y a menudo antagónicas.

Cortázar de la A a la Z no incluye ninguna entrada dedicada a Borges, pero el lector recordará el homenaje que su autor le hizo en La vuelta al día en ochenta mundos, donde (entre otras cosas) habló del “mucho bien que nos ha hecho su obra”. El Borges verbal, por el contrario, sí presenta una entrada dedicada a Cortázar: en ella, Borges (que nunca descendió a las simas de cursilería y buenos sentimientos, de “buena onda” y demagogia del autor de Historias de cronopios y de famas, que tanto daño continúan haciendo a la literatura argentina) afirma, ejemplarmente: “Dicen que he influido en Cortázar. No seamos tan pesimistas”.

Lo que está y no se usa nos fulminará es el producto del diario de lecturas que Patricio Pron lleva desde el año 2003. Al no estar destinados específicamente para su publicación, los ensayos breves y reseñas escritos allí por su autor suelen permanecer inéditos, pero “lo que está y no se usa nos fulminará”, así que Eterna Cadencia publica mensualmente las notas tomadas tras la lectura del que el escritor argentino considere el libro reciente más estimulante publicado en España o de circulación en ese país (Pron vive en Madrid desde 2008), con especial énfasis en lo que significa leer la literatura argentina “desde afuera”. Más información en: http://patriciopron.blogspot.com.

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