No recuerdo/Recuerdo

Martes 16 de setiembre de 2014
Patricio Pron analiza y comenta simétricamente dos libros: No recuerdo, de Esteban Feune de Colombi y Recuerdo, de Andrés Barba.
Por Patricio Pron.
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No recuerdo ningún libro de la editorial Pánico el Pánico que no me haya interesado; esto no significa que todos me hayan gustado, pero siempre he pensado que el gusto personal en materia de libros (que en las sociedades literarias es la forma básica de expresar la adquisición de un carácter moral, como sostienen los filósofos Richard Rorty y Martha Nussbaum) no debería tener ningún lugar en la crítica literaria, y de hecho no ocupa ninguno en el tipo de crítica que leo más habitualmente y más me interesa.
2
Al igual que yo, Esteban Feune de Colombi tampoco recuerda, lo cual es una suerte para sus lectores.
Me gustaría decir, en nombre de la simetría, que no recuerdo cómo conocí a Feune, pero la verdad es que sí lo recuerdo: me escribió para participar de una muestra fotográfica acerca de las intervenciones que los lectores (en este caso, también autores) hacemos en los libros a modo de subrayados, encorchetados, notas al margen, etcétera. La muestra, titulada finalmente “Leídos”, fue exhibida en julio y agosto de este año en la Biblioteca Nacional y ha dado lugar a la publicación de un catálogo que es fascinante porque va desde los post-it de Osvaldo Baigorria a los volcanes azules de Sergio Bizzio pasando por los dibujos de Miguel Brascó, los encolumnados de Jorge Dubatti, los subrayados a tres colores de Mariano Dupont y Hugo Mujica, las “orejas” de Pablo Gianera, los lápices en regresión de Martín Kohan, la tarjeta de embarque de Federico León, los exlibris de Ariel Magnus y Julio Llinás, la mordida del perro de Jorge Monteleone, las flechas descendentes de Roberto Raschella, la orquídea de Graciela Speranza y la escritura obsesiva de María Moreno, entre otros. Es interesante observar cómo el desplazamiento al menos parcial de la lectura en papel a la lectura en pantalla está llevando a una recuperación artística del libro en tanto objeto (también de los mapas, desde la llegada de las herramientas de navegación) más que como tecnología de adquisición de conocimiento, como si nuestra época intentase anticiparse a su propia nostalgia. “Leídos” ocupa un lugar en esa línea.
3
En algún sentido, también lo hace No recuerdo, el libro de Feune de Colombi que publicó Pánico el Pánico en 2011 y es (hasta donde yo recuerdo) una buena excusa para hablar aquí de la memoria, ya que, a pesar de que su autor afirma no recordar (ni siquiera cuánto pesa, cuánto mide, cuánto calza), No recuerdo recorta en su negación un campo amplio de recuerdo, de evocación vacilante y sin embargo muy precisa, que está conformado por un viaje a París, decenas de lectores, perros, familiares, una mujer, etcétera. En ese sentido, No recuerdo (cuya inspiración es, por supuesto, el Je me souviens de Georges Perec, que el narrador de este libro dice no recordar) no es sólo una memoria personal, sino también una al menos parcialmente compartida por aquellos que crecimos en Argentina en la década de 1980: yo tampoco recuerdo “qué podía comprar con diez mil australes” (26) ni “si la calle Salta es la continuación de la calle Uruguay” (48); por no recordar, no recuerdo siquiera “cuántas veces perdí jugando al TEG”, “cuánto costaba un boleto de colectivo cuando empecé a viajar en colectivo” (64) o si “Jean Seberg fue la mujer de Romain Gary o de Émile Ajar” (87): tampoco recuerdo “haberle temido a Virginia Woolf” y a esta altura la autora de Orlando (41) me provoca cierta indiferencia. No recuerdo es (en palabras de su prologuista, Luis Chitarroni) “una de las intensidades íntimas más admirables de esta década” (8).
4
Quien sí recuerda es el escritor español Andrés Barba, y lo hace en un libro de polaroids: una vez más, es la pérdida de importancia de la fotografía instantánea como soporte de información la que permite su retorno como índice de una cierta nostalgia, como pura materialidad significante. Recuerdo reúne imágenes comentadas de una infancia española y las posibilidades de diversión que ofrecían quinientas pesetas, de una vida familiar que aparece completamente sesgada, de la intimidad con escritores como Llucia Ramis, Javier Montes, Álvaro Pombo y Vicente Molina Foix. De todo lo que aparece aquí lo más relevante (y lo más atractivo desde el punto de vista literario) lo constituyen los pasajes en los que imagen y texto no guardan una relación explícita sino que aparecen unidos por una cierta ambigüedad que potencia sus efectos. Es el caso del texto “Recuerdo que en aquel puente violaron a una chica y que es el sitio donde todavía hoy las parejas de Huelva suelen ir a hacerse las fotos de boda”: las imágenes que lo acompañan son de los bajos de un puente en una playa y de la sombra proyectada sobre el suelo por los barrotes de un balcón; por supuesto, es el lector el que debe unir ambas cosas.
No importa que el lector de Recuerdo desconozca quiénes son las personas fotografiadas por Barba, sea incapaz de reconocer los sitios (playas, en su mayoría) en los que han sido tomadas las imágenes y desconozca qué significado tiene para el autor la “conversación en el barrio de las Vistillas con Miguel” que recuerda y de la que no dice nada más: lo mejor de este libro es la superposición de textos e imágenes que a menudo parecen no tener vinculación y cómo esa superposición produce en el lector la impresión de que el suelo bajo sus pies está moviéndose. (Algo similar sucede, por cierto, con los demás libros de Andrés Barba; también con el reciente Caminar en un mundo de espejos, que reúne algunos de sus ensayos.) Recuerdo adhiere a la nostalgia del soporte al que hacía alusión antes, pero también la cuestiona al poner de manifiesto que el soporte no significa nada por sí mismo y que el texto no informa; es decir, que la producción de significado (y de memoria) tiene lugar en la interacción entre ambos y en la aprehensión de los dos por parte del lector, y que esa aprehensión siempre es misteriosa, completamente volcada como está sobre su propia interioridad, sobre sí misma.
Esteban Feune de Colombi
Leídos. Fotografías de libros intervenidos por 99 escritores
Buenos Aires: Biblioteca Nacional, 2014
Esteban Feune de Colombi
No recuerdo
Pról. Luis Chitarroni
Buenos Aires: Pánico el Pánico, 2011
Andrés Barba
Recuerdo
Santiago de Compostela, Madrid y Nueva York: Sin referencia, 2011