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Los maliciosos

¿Es posible que un escritor intervenga un cuento de otro (más famoso, más importante) sólo por razones literarias?

Por Martín Kohan.

Un indicio elocuente de la insignificancia social de la literatura, entre los tantos que, lamentablemente, tenemos a disposición, es que en los casos en los que alguien toma una iniciativa por una motivación puramente literaria y, luego, es con esa motivación literaria con la que se explica y se justifica, pues bien: casi nadie le cree. O aparecen unos cuantos, en todo caso, y no son pocos, que se muestran escépticos y suspicaces, no ven nunca en la literatura una razón de por sí suficiente, malician y se preguntan qué clase de cosa hay por detrás. En los casos en los que se produce un entrevero librado en términos de un debate literario, con nerviosidades y acaloramientos, otra vez: casi nadie cree, o al menos muchos descreen; les parece que nadie habrá de ponerse a discutir así apenas por esa cosa nimia (pues para ellos es nimia), una cosa de tan poquita importancia (pues para ellos importa muy poco), como es la literatura. De nuevo sospechan, alzan su ceja, y se interrogan: ¿qué clase de cosa hay por detrás?

 

Su desprecio por la literatura lo confunden con astucia. Nadie concibe y crea su libro mediante la técnica de intervenir un texto previo y ajeno por razones literarias; entonces, si lo hace, ¿qué otra cosa se propone? ¿Qué otra cosa está buscando? Nadie se traba, luego, en sucesivas discusiones, argumento va, argumento viene, para dirimir qué se entiende por literatura, qué se entiende por autor, qué se entiende por originalidad, por razones literarias; entonces, si lo hacen, ¿qué otra cosa se proponen? ¿Qué otra cosa están buscando?

¿Literatura? No les parece. Debe haber algo más importante en juego. Por ejemplo, ¿qué? Por ejemplo: “prensa”. O por ejemplo: “dinero”. O por ejemplo: “notoriedad”. Eso sí les resulta importante, ahí sí el asunto les cierra. Aunque las campañas de autopromoción a la larga se agotan en sí mismas y lo que queda, lo que perdura, son los libros que de veras importan (y si no, vean a Borges, que se vio varias veces denostado por las cosas que escribía). Aunque el ganar dinero en la literatura sea siempre incierto, o sea muy a menudo tardío (y si no, vean a Borges: viviendo ajustado durante casi toda su vida). Aunque la notoriedad literaria sea magra, o un tanto absurda (y si no, vean a Borges, siempre mofándose del tema, aun a costillas de sí mismo).

Los descreídos de la literatura, en cambio, sí creen en eso: en la prensa, en el dinero, en la notoriedad. Por algo hacen o tienen prensa, por eso están siempre buscando dinero, por algo viven por y para la figuración. Y escribir, no escriben mucho. A veces, escriben poco. Y a veces, no escriben nada.

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