La soledad

Lunes 26 de enero de 2015
El derecho a la soledad es uno de los más vulnerados en los tiempos que corren.
Por Martín Kohan.
María Sonia CristoffInclúyanme afuera, de María Sonia Cristoff, y El pez rojo, de Leonardo Sabbatella, son novelas de marcadas diferencias, fuera de que comparten la editorial (Mardulce) y el año de publicación (febrero de 2014 y junio de 2014, respectivamente). Podría decirse, incluso, que en algunos aspectos se oponen: la prosa fluida de Cristoff, deseosa de naturalidad y sutilmente relajada, contrasta con la tensión del fraseo de Sabbatella, que sigue en eso a su personaje, con dosis parejas de insistencia y de perturbación. Las historias que en estos libros se cuentan entran en contraste también: Mara, la protagonista del relato de Cristoff, deja su casa y se va, elige instalarse en un lugar ajeno, cambia de sitio para cambiar de vida; Víctor, en cambio, el protagonista del libro de Sabbatella, se aferra a su vida, a las cosas de siempre, se aboca a la reclusión: después de cerrar las ventanas pasa a correr las cortinas, después de correr las cortinas pasa a bajar las persianas, y por fin “decide que no volverá a salir a la calle”, se va a quedar metido en su casa de manera definitiva. A Mara, “si hay algo que no le interesa cultivar más es el estado de alerta”; la consigna de Víctor, por el contrario, es “permanecer alerta” todo el tiempo.
No obstante, Inclúyanme afuera y El pez rojo persiguen, de algún modo, o cada una a su modo, una misma utopía, una misma ambición: la de la soledad. En el encierro maniático de Víctor, ese afán es más evidente: la casa se va a convertir en “un palacio carcelario en el que por fin se encuentra solo”, “un búnker en el que Víctor puede estar a solas consigo mismo”. Mara, por su parte, trata con gente, trabaja con otros, pero ¿qué otra cosa implicarán “sus ejercicios de entrada en la impasibilidad”, su intención de “reducir cualquier conversación a un grado cero”? Mara procura ser experta en “el arte de callar”, pero “el arte de callar en público”: experta en callarse “en interacción con el mundo”. Una forma más radical de la soledad, en definitiva, de eso que Cristoff denomina “resistencias en solitario”, dado que se la va a alcanzar sin siquiera tener que encerrarse ni tener que apartarse del resto de las personas.
El derecho a la soledad es uno de los más vulnerados en los tiempos que corren, bajo el imperio prepotente de los fervores de la grupalidad, de las reuniones, de los encuentros, del compartir, del juntarse; con su correlato punitivo de impartir a diestra y siniestra diagnósticos de fobias o de aguda depresión. La soledad cayó en desgracia; quien la quiere, se condena. Tanto Inclúyanme afuera como El pez rojo toman ese imposible social, para postularlo como posible. La primera, a fuerza de calma; la segunda, por pura desesperación.
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Notas relacionadas
- El silencio como negación: entrevista a María Sonia Cristoff, que habla de la novela inclúyanme Afuera (Mardulce Editora).
- Atrapa al pez rojo: Leonardo Sabbatella habla de El pez rojo (Mardulce), su segunda novela. “Me interesan más las literaturas que trabajan la excepción”, dice.
- Soledad de dos tipos: Ariel Magnus participó del ciclo “El escritor y su obra” donde habló de la novela Muñecas (Emecé, 2008).