La máscara que coincide con tu faccia

Martes 07 de julio de 2015
Esta entrega de videos imperdibles rinde toda su atención al magnífico Italo Calvino, a sus procesos de escritura y a su manera de pensar la figura del escritor —sobre todo, la invisibilidad del escritor.
Por Valeria Tentoni.
"Me llamo Italo Calvino y soy escritor. Sí. Escribo cosas que se hacen libros, que luego son publicadas y vendidas en las principales librerías". Adorables estos segundos donde parece a punto de reírse del todo este hombre que también dijo, en otra entrevista, cosas como: "De la escritura no se obtiene ninguna satisfacción; los grafemas no son un resultado tangible, por eso en cada libro, tengo que cambiar. Para evitar el aburrimiento, intento emplear poéticas distintas, nuevas. Escribo únicamente porque no tengo otro medio para crear". También confiesa allí estas otras cosas, que tomarán consistencia con los videos que siguen donde, a cada tramo, tartamudea y duda y se le encarajinan las respuestas en la boca, y los entrevistadores le completan y subrayan queriendo asistirlo (o apurarlo, o especiarlo) él tiene que volver, desmadejar, avanzar, siempre como disculpándose por no poder hacerse entender mejor:
"Yo no creo en la expresión inmediata. Cuando realizo mi obra, escribo y borro constantemente. Odio lo aproximativo. La primera palabra que se nos ocurre no es nunca la verdadera, y a mí sólo me satisface el lenguaje cuando llego a su centro, a lo preciso.
(...) Yo trabajo para llegar a la espontaneidad, porque la espontaneidad es un punto de llegada, no un inicio. La primera cosa que uno dice no es nunca sincera, ingenua, sino algo ya dicho, un lugar común. Para llegar a decir algo espontáneo, uno debe trabajar mucho, es decir, fingir mucho. Se llega a la sinceridad después de una serie de pruebas diferentes, de máscaras distintas. El punto de llegada es la máscara que coincide con tu rostro".
París a través de los ojos de Calvino en uno de los 13 inviernos que pasó viviendo allí en este documental de 1974, dirigido por Nereo Rapetti. La casa en que lo recibe está en Square Châtillon, al sur de Montparnasse. Italo Calvino, un hombre invisible, así se llama esta obra. “Si es cierto que se escribe partiendo de una esencia (…) hace falta que un lugar se convierta en un paisaje interior para que la imaginación tome ese lugar como un hogar, como un teatro propio”, explica cuando se le pregunta por qué no escribe sobre París. La entrevista comienza girando alrededor de su vida en la ciudad de Baudelaire, pero a la vez ofrece una silueta de Calvino en movimiento por su estudio, su “casa de campo”, como la llama, en la que puede escribir tranquilo. Están sus libros, está la luz ingresando por los grandes ventanales, está su escritorio. Calvino reflexiona sobre los viajes, sobre los desplazamientos dentro de una ciudad: cuenta que el metro le da la sensación de “poseer la ciudad” y que el mundo subterráneo lo atrae. Hay otro lado de lo subterráneo, sobre tierra, que lo atrae de París: el anonimato. La posibilidad de diluirse entre la gente, “sintiéndose invisible”. Calvino lo dice así: “Cuando me encuentro en un ambiente en el que puedo hacerme creer que soy invisible me encuentro bien. Creo que a los escritores ser vistos como personas no los ayuda en lo más mínimo. Hubo escritores tremendamente populares de los que no se sabía nada. Eran solo un nombre sobre las tapas de los libros. ¿Quién fue Gaston Leroux? ¿O Maurice Leblanc? ¡Si hubo escritores de los cuales no se sabía siquiera el nombre de pila! (…) En cambio ahora el escritor ha ocupado el escenario y el mundo representado, en cambio, pierde significado”. Se queja de que la cámara le escudriñe la faccia con tanto esmero. Y cuenta también que, de joven, escribía en hoteles buscando ese anonimato.
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Otra entrevista, al parecer la última que dio en vida, de 1985 para la BBC. Está en inglés, pero es el inglés de alguien cuya lengua materna no es el inglés, por fuerza algo más accesible. Si quieren ver la casa de Calvino en la Toscana, adelanten hasta el minuto 8.30’, porque lo que hay antes es el entrevistador y, caramba, la vida es demasiado corta como para cederle 8.30’ a este entrevistador o a cualquier entrevistador que se empecine en ocuparnos. La conversación rebota al principio alrededor del libro Si una noche de invierno un viajero, de los que muestra sus manuscritos, llenos de tachaduras, enmiendas, notas marginales, subrayados. Capítulo aparte para el cuerpo obediente y amabilísimo de Calvino yendo a buscarlos, al subir la escalera, como un chico que baja con la tarea hecha. “Es un lío”, se disculpa, mientras pasa las hojas sin renglones, flechas, “no recuerdo lo que quise decir con mis dibujitos”, y señala la tinta negra y azul. “A veces me vuelvo loco cuando escribo. (...) Dibujo esquemas y me pongo a mí mismo reglas que no siempre respeto, de alguna manera siempre me estoy complicando la vida, no sé por qué”. Luego muestra sus diagramas: "Trato de darle una simetría, una geometría a las tramas”, señala, y advierte que lo que intentó es hacer un homenaje a la novela tradicional, un "revival de las viejas formas de la novela".
Se lo ve al barón rampante entre los árboles, después leyendo en un hueco del jardín de Las ciudades invisibles en italiano. ¿No entiende el italiano usted? Quédese con la música. Es preciosa, preciosa, y es precioso cómo se la saca del cuerpo, sus cejas arqueadas, se le pasa toda la intranquilidad que sufre al responder preguntas en inglés, italiano o francés. Escribir, si uno escribe sin entretenerse (demasiado, del todo es imposible) en la miseria del ego, lo vuelve a uno invisible, sí. Una máscara que encastra a la perfección, al fin, después de mucho trabajo. Y es una máscara con tres ojos y ninguna boca. "Siempre tengo problemas con el discurso, con hablar, no solo en un lenguaje extranjero sino también en el mío, siempre tengo que escribir para estar seguro de haberme expresado a mí mismo completamente. Mi último libro es un libro acerca del silencio, de algún modo, es un personaje que quiere ver cosas, ver completamente, leer las cosas, como una única manera, siempre intenta entender algo".