La insistencia del misterio

Martes 08 de julio de 2014
Una lectura de La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo (ediciones UDP), de Mariana Enriquez.
Por Patricio Pron.
Roger Caillois rompió con André Breton (y, por consiguiente, con el surrealismo) por una disputa en torno a un guisante o arveja saltarina que encontraron una noche que cenaban juntos; Caillois exigió abrir la arveja para comprobar su teoría de que la razón de su movimiento era un gorgojo, pero Breton objetó que si se la abría se acababa el misterio. “Lo único cierto” (sostiene el filósofo mexicano Leonardo Da Jandra, que es quien cuenta esta historia [En Mínimas. Oaxaca: Avispero y Almadía, 2013]) “es que sin ruptura no puede haber verdadero conocimiento ni verdadero arte”.
Acerca de Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares dijo que “escribía como nadie en el sentido de que no se parece a nada de lo escrito y creo que no recibió influencias de ningún escritor”; Victoria Ocampo, por su parte, afirmó que era “una pelotuda”. Algo más de veinte años después de su muerte, instalada de forma inapelable en el lugar de “la Gran Escritora Argentina”, con su obra siendo periódicamente estudiada, reeditada y aumentada con la aparición de textos inéditos, la autora de La furia sigue siendo un misterio en torno al cual orbitan opiniones esencialmente contradictorias: escritora genial e imbécil; parte activa en una relación que siempre fue, por lo menos, un trío y víctima de las infidelidades de su esposo; personaje “menor” y parte fundamental de proyectos de la importancia de la Antología de la literatura fantástica; la autora de una literatura que parodia los tópicos de la escritura “femenina” de su época y una escritora inevitablemente kitsch; una autora ignorada y una cuya atención póstuma equipara una recepción importante y entusiasta en vida; alguien que no sabía nada (tampoco cocinar) y alguien que sabía demasiado; una belleza particular y seductora y un esperpento.
Muy posiblemente, estas contradicciones hayan sido las de la propia Silvina Ocampo; posiblemente, no le hayan importado mucho (su obra manifiesta un notable desdén por la resolución del misterio y de las contradicciones, cualesquiera que estos sean), pero lo interesante aquí es que tampoco son resueltas en La hermana menor, la biografía que le dedica la escritora y periodista Mariana Enriquez.
La autora del reciente (y muy bueno) Cuando hablábamos con los muertos (Santiago de Chile: Montacerdos, 2013) ha entrevistado a decenas de personas que conocieron y trataron a Ocampo, y lo ha hecho en el momento preciso (al menos un par de sus entrevistados murieron poco después de dar su testimonio para el libro). La hermana menor se articula sobre la base de esas entrevistas y de la lectura de la obra de Ocampo, así como de los diarios de Bioy, y de una visita a la antigua Villa Silvina, en Mar del Plata. En términos de investigación, posiblemente sea suficiente (aunque algunos extrañarán una lectura de los inéditos; por ejemplo de los quince cuadernos que supuestamente habrían escrito sus enfermeras a modo de diario de su enfermedad), pero no basta para esclarecer el misterio que es Silvina Ocampo, ya sea por las abundantes elipsis en el diario de Bioy, por el pacto de silencio que todos quienes conocieron a la autora parecen haber suscripto, por las preguntas que se hacen (las de este libro se dirigen principalmente a intentar esclarecer su sexualidad: ¿Compartió a su sobrina con Bioy? ¿Bioy se casó con ella para disipar el escándalo de la relación de Ocampo con su madre? ¿Fue amante de Silvina Pizarnik? Todas preguntas poco importantes en relación a su obra literaria), o por la opacidad de una vida vivida deliberadamente para no dejar otras huellas que las literarias.
La excentricidad de Silvina Ocampo parece haber sido tan grande y su presencia tan magnética, que, por fuerza, todo lo que se diga sobre ella es decepcionante. A este libro, que parcialmente lo es, lo salvan el oficio y el talento de Mariana Enriquez y su carácter de obra necesaria: es necesario que se escriba sobre Silvina Ocampo, que se intente explicar su excepcionalidad en la literatura argentina y que su nombre comience a circular (o circule más) fuera de Argentina, aun a sabiendas de que su misterio, posiblemente, sea inexplicable. Mejor así, hubiese pensado Breton.
Links de interés
Mariana Enriquez, entrevistada por Patricio Zunini, habla de La hermana menor.
Otros artículos de Patricio Pron en el blog, acá.
"La literatura funciona como una religión laica". Entrevista a Patricio Pron por Patricio Zunini.