"La literatura puede con todo"

Viernes 17 de julio de 2015
Atornillado en la cima del ranking, Michel Houellebecq es, entre otras cosas, una máquina de producir titulares en los suplementos culturales de todo el mundo. Como mínimo, corresponde le dediquemos una tanda de videos imperdibles.
Por Valeria Tentoni.
“La literatura puede con todo, se adapta a todo, escarba en la basura, lame las heridas de la infelicidad”, escribe Michel Houellebecq en El mundo como supermercado. “El mundo no es un lugar agradable”, leemos en la placa de esta entrevista: ahí está, sentado, respondiendo con lentitud para El cultural en 2008. Dice que aprendió la lección de Hobbes cuando fue al internado; que “el hombre es malo por naturaleza y que hay que aprender a defenderse”. También parece haber incorporado otra máxima antigua: la mejor defensa es el ataque. “Lo que escribo es peligroso. Si la sociedad quiere mantenerse viva, que se apañe”, leemos en uno de los titulares que lo arrastran en links viralizados como huracanes de sentido. “Cuando leo libros me pasa que no encuentro allí lo que busco y por eso me dan ganas de llenar esas lagunas”, explica.
“Si tuviera el éxito de Kurt Cobain, acabaría tan mal como él”. “Para escribir uno tiene que tener la preferencia de no vivir”. “El aburrimiento es mi gran musa”. “Escribo por vanidad”. “La culpabilidad y la timimidez son unas grandes fuentes de vida interior”. “La prensa nunca ha dicho ninguna verdad sobre mí”, otros titulares. En “Aproximaciones al desarraigo”, nos deja una especie de invitación, una poética del movimiento suspendido:
“La información, producto residual de la no permanencia, se opone al significado como el plasma al cristal; una sociedad que alcanza un grado de sobrecalentamiento no siempre implosiona, pero se muestra incapaz de generar un significado, ya que toda su energía está monopolizada por la descripción informativa de sus variaciones aleatorias. Sin embargo, cada individuo es capaz de producir en sí mismo una especie de revolución fría, situándose por un instante fuera del flujo informativo-publicitario. Es muy fácil de hacer; de hecho, nunca ha sido tan fácil como ahora situarse en una posición estética en relación con el mundo: basta con dar un paso a un lado. Y, en última instancia, incluso este paso es inútil. Basta con hacer una pausa; apagar la radio, desenchufar el televisor; no comprar nada, no desear comprar. Basta con dejar de participar, dejar de saber; suspender temporalmente cualquier actividad mental. Basta, literalmente, con quedarse inmóvil unos segundos”.
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El periodista Horacio Bilbao lo entrevistó en la habitación de su hotel en Buenos Aires en diciembre de 2007. En estos minutos se refiere a los e-mails de sus lectores, a su vínculo con Internet. Dice que observa que no pocas veces aparecen mejores críticas literarias publicadas allí que en los suplementos de papel. “Con el tiempo, esto podría cambiar la visión mediática de la literatura”, advierte. De eso se salta a “El amor y el sexo”, donde se niega a responder en minutos lo que ha desarrollado en su libro, y de ahí al monoteísmo y al baby boom francés: la edición de la entrevista produce un efecto de batidora inquietante. “Condenar la religión es el progreso del conocimiento”, dice, entre otras cosas.
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Para terminar, el trailer de El secuestro de Michel Houllebecq, la comedia dirigida por Guillaume Nicloux y estrenada el año pasado. Y su sinopsis: "Justo en mitad del tour promocional de su última novela El mapa y el territorio, el escritor Michel Houellebecq desaparece de la faz de la tierra. Los disparatados rumores sobre su desaparición no tardan en propagarse a través de la red: se baraja un secuestro de Al-Qaeda, e incluso una abducción por parte de los extraterrestres del espacio exterior. Se llega incluso a confirmar su muerte a través de algunas fuentes. Pero ahora, por fin, llega el momento de conocer lo que pasó de verdad".
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Ah no, no terminé. Casi me olvido de Houellebecq bailando Black Sabbath en Cerca de la experiencia de la muerte, otra película, dirigida por Gustave Kervern y Benoît Delépine. Bon appétit!
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