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“El negocio es el catálogo”

Primer encuentro del ciclo “El mercado del libro 2015” con la participación de Constanza Brunet, Antonio Santa Ana y Francisco Cascallares.

Moderador: Patricio Zunini.

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Cascallares, Brunet, Santa Ana

El martes comenzó en la librería el ciclo de tres encuentros “El mercado del libro 2015” (continúa los jueves 19 y 26) en donde diferentes editores participan para discutir los desafíos, límites y problemáticas de este año editorial. En el primer encuentro participaron Constanza Brunet, de Editorial Marea, Antonio Santa, que fue editor en Norma y Alfaguara, y Francisco Cascallares, de Notanpuän: tres editores con realidades distintas, donde hablaron de puntos en común y diferencias, y también de sus experiencias. Entre el público también estaban presentes Fernando Pérez Morales (Notanpuän) y Guido Indij (Interzona), que por momentos también participaron, como se ve en la desgrabación que aquí publicamos.

*

Quería empezar la charla con un chiste que me contaron hace poco —no es un buen chiste y yo lo conocía con otras profesiones—: “¿Cómo llega un editor a tener una pequeña fortuna? Comienza con una enorme”. Sabiendo lo difícil que es hacer rentable el trabajo, ¿qué los lleva a convertirse en editores?

Constanza Brunet: Es uno de los trabajos más lindos del mundo. Los libros, para los editores que no tienen una enorme fortuna cuando comienzan o no pertenecen a un gran grupo, son todos pequeños milagros. Es muy azaroso, es muy difícil saber qué libro funciona. No hablamos de una editorial pequeña en donde todo es olfato. Uno tiene que estar produciendo y reproduciendo el milagro, siempre. Pero lo lindo es que no estás alienado del objeto de producción.

Antonio Santa Ana: Es muy interesante la idea de los pequeños milagros. Yo trabajé siempre en multinacionales, durante casi 25 años. Si lo ves desde afuera todo está más ordenado, pero también más desordenado. El caso de Norma fue un emblema en el cambio de política. Estás mucho más tranquilo con ciertas decisiones que podés tomar, pero también si sacás libros que no se venden ponés en riesgo el trabajo de tus compañeros. Las empresas son así. A diferencia de un catálogo como el de Marea, que está consolidado y lo hacés sola.

Constanza Brunet: Tiene la coherencia de los propios defectos.

Antonio Santa Ana: Boris Spivacow tenía una frase que me encanta: “Editar buenos libros es fácil, lo difícil es editar buenos libros y venderlos”. Todos queremos un catálogo maravilloso. El problema es que tenés que pagar a los autores, la imprenta, al corrector, el diagramador y el alquiler a fin de mes.

Francisco Cascallares: No me imagino a alguien que vea el mundo, donde ya hay tantas editoriales funcionando, y piense que va a ser el gran negocio de su vida. Se debería dedicar a otras cosas: hacer videojuegos, películas, lo que sea. En la edición es fundamental ser un poco romántico, tener una pasión y una curiosidad para encontrar escritores, armar un catálogo. Eso es lo que está detrás de estos proyectos, sobre todo cuando son pequeños. El único laboratorio para hacerlo es tener una editorial. Al menos en los primeros pasos de una editorial chica lo importante es no olvidarse de que hay un negocio, pero no sólo pensarlo con esos vectores.

Está bien, pero tenés que pensarlo como un negocio.

Francisco Cascallares: Claro. Pero no sólo como negocio, sino siempre teniendo en cuenta ese otro vector que tiene más que ver con la curiosidad y la pasión sobre por qué sos editor.

¿Cómo se logra combinar negocio e intervención en la cultura?

Antonio Santa Ana: Siempre me da miedo cuando un editor habla de la importancia del rol. En general nos ponemos un poco jactanciosos y nos damos más importancia de la que tenemos. Publicar es hacer público. A mí me gusta decir que yo publico: hago públicas ciertas discusiones o ideas. Pero también hice libros de Disney. Te pasa eso. No estás siempre interviniendo culturalmente. Me gustaría ser recordado como el tipo que encontró a Liliana Bodoc. La encontré: me apareció un día arriba del escritorio, no es que la fui a buscar. La habían rechazado todos y cuando llegó a mi escritorio vi que sabía escribir. Yo no tenía idea de literatura fantástica. Ese también es mi pequeño milagro como editor. A diferencia de una editorial pequeña, donde los espacios son más cuidados, el último servicio de novedades que yo coordiné para Alfaguara era de 16 libros en un mes: no estás interviniendo todo el tiempo en la cultura, a veces intervenís en el mercado. Y hay editoriales que tienen que intervenir en la cultura y otras que tienen que intervenir en el mercado. Trabajando en Norma, en la época en que se estaba reconfigurando, rechacé la novela de uno de mis autores preferidos porque sabía que si se la publicaba en ese momento le cagaba la carrera. También tomás esas decisiones. Alfaguara, que publica autores Premios Nobel, a Cortázar, etcétera, también ha editado autores inéditos. Pero en Alfaguara yo era responsable de la rentabilidad. Mi objetivo era llegar al monto que se planteaba como objetivo. Después ves cómo hacés para llegar a ese número, cómo armás el equilibrio. Es distinto a la perspectiva de una editorial pequeña, pero igual tienen que ganar plata.

Constanza Brunet: La verdad, querríamos ganar más porque es difícil incluso mantener vivo el sello. No es que el editor chico no tenga que usar su saco de comerciante. También lo tiene que tener puesto porque si no el proyecto se termina.

Alejandro Katz, en una entrevista, me había dicho que uno tiene que saber que en una editorial está planteando un negocio y si el negocio es perder plata, porque tenés una editorial subvencionada por una facultad o por lo que fuera, también tenés que saber cuánta plata perdés.

Antonio Santa Ana: Una vez estábamos en Mendoza, año 91, con Kuki Miller, la socia de Divinsky, tomando un café y yo hablaba del rol del editor y cómo intervenía en la cultura. Y ella me dijo: “Mirá, nene, el rol del editor es ganar plata, porque si no tenés plata la editorial se va al carajo”. Ellos pudieron mantener De la Flor en el exilio porque tenían las cuentas ordenadas. En la época de la hiperinflación les pagaban a los autores cada tres meses. Trabajando en una multi eso te lo hacen saber a las 48 horas.

Francisco Cascallares: En una editorial chica, me parece, tenés más posibilidades de conocer a tu lector. El desafío es conocer nuevos lectores, pero también tenés una línea más marcada donde vas buscando el material. Depende del perfil editorial buscás o no intervenir en la cultura. Por ahí estás buscando intervenir en la vida de las personas que pensás como el perfil de tus lectores. En nuestro caso, Notanpuän es una editorial de libreros, surge de La Boutique del Libro. Quiero decir que también buscás, como cuando pensás en cómo vender libros, a quién llegarle. El desafío es armar un catálogo reproduciendo lo que pasa en la librería, donde el cliente te conoce y espera que le recomiendes el libro que le va a encantar. Hacer la misma magia, pero en una editorial.

Constanza Brunet: Tal vez por tomar la línea de pensamiento de dónde vienen, yo vengo del periodismo. En mi vida anterior era periodista. Los títulos de Marea tienen que ver un poco con eso. Es una editorial muy hacia afuera, muy de divulgación, con vocación de comunicar. Sería muy raro que publicáramos un libro de nicho o críptico.

Antonio Santa Ana: Además tienen un catálogo maravilloso y único, porque en estos momentos en que hay tantas editoriales independientes, nadie está enfocando a la no ficción como lo hacen ustedes. Las editoriales que van surgiendo se pelean todas por el mismo lector y Marea tiene otra elección.

Constanza Brunet: Cuando empecé con Marea éramos casi la única que hacíamos periodismo, aunque no es sólo periodismo. Lo malo es que también “competimos”, con muchísimas comillas, con lo que hacen las grandes. Si uno hace ficción o poesía competís con tus colegas.

Antonio Santa Ana: No sabés las veces que espiaba tu catálogo buscando autores.

Constanza Brunet: Siempre que Schavelzon me pone «Me gusta» digo: “¡Ay, no! Se lleva a mi autor” [Risas] Marea es como un punto de partida, no tenemos el poder de fuego de instalar un tema.

Antonio Santa Ana: Yo disiento con ese punto de vista. El otro día lo discutía con Damián Ríos por Twitter. Las editoriales pequeñas, si saben hacer el trabajo, tienen mucha más capacidad que las grandes. En los medios y en las librerías.

Constanza Brunet: En los medios sí, pero en las librerías las editoriales chicas tenemos mucho menos poder de fuego que las grandes.

Antonio Santa Ana: Yo hice un estudio… Me gustan los números. Si vos mirás cuántos libros de, por ejemplo, Eterna Cadencia hay exhibidos en el Grand Splendid o en Yenny con respecto a la totalidad de su catálogo en relación a Planeta o Random, la exhibición de Eterna Cadencia es mucho mejor. La de Marea es mucho mejor.

Fernando Pérez Morales: Eterna Cadencia no hace material de descarte y Planeta y Random sí.

Antonio Santa Ana: Bueno, pero digamos que la posibilidad de ser visible hoy es muy buena para una editorial pequeña. Yo trabajé en el grupo Prisa hasta septiembre, hasta que dejó de pertenecer a Santillana. Hicimos un servicio de novedades de 16 títulos y los comunicamos con tres personas. Esas tres personas no conocen el producto tan bien como él [señala a Cascallares] o como la persona que comunica en Notanpuän. Si hace bien su trabajo tiene la capacidad de definir cómo va a comunicar o a qué periodista se lo va a enviar. Las grandes pueden amplificar un fenómeno: sale un libro de Florencia Bonelli y yo lo comunico hoy porque aspiro a vender 40mil ejemplares el primer mes. Pero para un tema o un autor, ustedes están mucho más capacitados.

Constanza Brunet: Nosotros no podemos imprimir 40mil ejemplares, pero sí sostener en el tiempo a los autores, las temáticas. En eso sí, estoy segura, estamos adelante.

Fernando Pérez Morales: Te consagra más el boca a boca y las redes sociales que los suplementos culturales.

Aprovechando que está Fernando: en la Boutique del Libro, vos Fernando armás mesas pensando en las editoriales.

Fernando Pérez Morales: Yo soy una librería que pone mucho material de editorial independiente en exhibición. El 70 u 80% de los materiales que vienen de Random o Planeta va al depósito casi sin pasar por mesa. Esos libros tienen movida publicitaria, me los van a pedir —si me los pedís los tenés— sin necesidad de mostrarlos. En cambio, con las editoriales independientes, y también por una cuestión de solidaridad, quiero exhibirlas, las quiero mostrar.

Francisco Cascallares: Para las editoriales chicas es buena la prensa chica: los blogs, las redes. Muchos medios pequeños también buscan editoriales chicas para difundir. Es bastante difícil generar de cero el interés de la prensa más grande, no es que no se logre, pero sí la difusión en la cola de este fenómeno.

Antonio Santa Ana: Pero eso, porque ustedes están empezando. Si hacés un estudio de los medios de comunicación, de los suplementos literarios, sobre qué porcentaje de libros sacan de editoriales independientes y de las grandes y analizás la cantidad de novedades de uno y de otro, las independientes humillan.

Constanza Brunet: La prensa argentina es muy permeable con las editoriales chicas.

Antonio Santa Ana: Me ha pasado, trabajando en Norma, que habíamos arreglado una nota en un diario grande para que saliera un miércoles y el martes la chica de prensa me dijo que a la periodista le bajaron la nota. Diez minutos después llama el gerente comercial: como poníamos pauta en otro medio nos bajaron. O también, en otro medio les interesaban tres libros de Alfaguara, pero sólo podían poner uno porque si no daba la impresión de que cobraban para dar publicidad a la editorial. Hoy la concentración de los sellos les da un espacio muy interesante a las chicas.

[Natalia Albanese, Secretaria de Cultura de Córdoba, sentada en el público] ¿Qué le piden al Estado?

Antonio Santa Ana: El gran comprador de libros de Argentina es el Estado.

Constanza Brunet: El Ministerio de Educación más. Antes compraban libros de texto y se amplió a otros libros.

Antonio Santa Ana: El Estado ha ayudado a que muchas editoriales pequeñas se puedan solventar bien. En la humilde opinión de este “fenicio trabajador de la cultura”, muchas editoriales independientes aprovecharon, se capacitaron, fueron a ferias, se formaron, y otras se compraron cero kilómetros.

Constanza Brunet: Lo que decía románticamente de los pequeños milagros: estos proyectos son muy difíciles de sostener económicamente. El Estado tiene el rol de apoyarlos. De otra manera, sólo se producirían los libros que van a ser un hit o que ayudan a cerrar las cuentas de las multinacionales. La bibliodiversidad es importante. El Estado puede no hacerlo, pero creo que, aunque no voy a decir que son mecenas porque es un concepto antiguo, hay algo de eso.

[Natalia Albanese] Mi pregunta era un poquito capciosa porque en Córdoba estoy a cargo del área de cultura del Estado Municipal y trabajamos en una ordenanza para una cuota de vidriera para los vidrieros; hacer un 20% para las editoriales independientes locales. Pero estamos en una pequeña guerra con las librerías, porque dicen que el Estado no puede entrometerse dentro de la librería.

Antonio Santa Ana: Estoy de acuerdo con los libreros.

Fernando Pérez Morales: Yo también.

Antonio Santa Ana: Los estás obligando a poner libros que no va a vender, que no va a rotar. Estás obligando a la zona caliente de la librería…

Constanza Brunet: Seguramente habrá que darle algún beneficio al librero, que también es otro mecenas de la cultura en muchos aspectos.

Fernando Pérez Morales: A mí me hace muy bien no trabajar con el Estado.

Tenía una pregunta para hacerles sobre la figura del autor: una editorial también apuesta por una persona.

Francisco Cascallares: Exactamente. Parte de lo que queremos hacer es nuclear a un grupo de autores. No se apuesta por un libro sino por un autor. Creo que la inversión más grande y más cara es acompañar a un autor para que se consolide. Pensaba en el tema de las vidrieras: el libro sólo no es suficiente si no tiene atrás personas que dicen que el libro existe y es deseable. Lo que queremos es que el autor se quede. Y me parece que el negocio pasa por ahí: por armar esas figuras. Figuras con buen material, apostando por algo bueno y acompañarlo.

Fernando Pérez Morales: También pasa que metés algo bueno, realmente bueno, y después viene el pulpo más grande y te lo come. De Claudia [Aboaf; autora de Pichonas] me despido. Es muy difícil sostener en una editorial independiente a un autor que te lo vienen a morder desde Mondadori o Planeta.

Antonio Santa Ana: Si vas por el cuarto libro y ya te están robando un autor, vas por el buen camino.

Fernando Pérez Morales: Yo le dije: “No te puedo decir que no, pero tampoco esperes que festeje”.

Antonio Santa Ana: El rol de un editor es administrar un catálogo y eso es manejar a los autores. Vos la perdés a Claudia y el otro puede perder al que vende cuarenta mil ejemplares.

Fernando Pérez Morales: Somos pichis todavía, estamos aprendiendo. Hay una resignación.

Constanza, vos antes decías que cuando Schavelzon te pone «Me gusta» en un libro empezás a temblar.

Constanza Brunet: Un poco por la naturaleza de Marea que tiene libros de visibilidad…

Los mencionó Cristina en un discurso.

Antonio Santa Ana: Y Chávez.

Constanza Brunet: …nos ha pasado que algunos autores se hayan ido. En general trabajamos con autores noveles, les proponemos los temas. Algunos han logrado crecer, me he descorazonado un poco al principio, ahora ya menos, pero hay autores que se han ido y no vuelven nunca más porque pasan a jugar en las grandes ligas, hay otros que siempre siguen. Hay otros que publican en una grande y no les va bien porque con 25 novedades en el mes tal vez no le hacen ni una gacetilla. Hay cosas que te pueden ofrecer las chiquitas y cosas que te pueden ofrecer las grandes.

Curioso que digas “Las grandes ligas” porque pasan a una editorial grande, pero en realidad es la misma liga.

Fernando Pérez Morales: Además en las grandes ligas podés jugar de suplente.

Antonio Santa Ana: Me ha pasado ir a presentar el plan editorial de Norma a los periodistas y contarles lo que voy a sacar y que me digan “qué libro interesante, qué libro interesante”, y de uno no te dicen nada. Cuando Ñ y ADN te dicen lo mismo, tenés que moverlo de mes para que alguien le dé bola. Todos los años se publican primeras novelas, lo que pasa que no tienen la difusión de, por ejemplo, una novela de Claudia Piñeiro. Me darían una patada en el culo. Y es lógico: no le vas a poner la maquinaria que le ponés a un libro que tira 20 mil ejemplares a otro que tira 1500. Es lo que haría cualquiera a distintas escalas.

Cómo ven los movimientos que se dan en otras editoriales, como la llegada de Garcés a Galerna. ¿Los siguen, les prestan atención?

Constanza Brunet: Yo soy bastante curiosa. Me gusta ver qué hacen los colegas, aún con géneros distintos. No es tan grande el circuito y entonces a muchos autores a los que uno les dijo que no, las ves publicando en otra editorial. Es interesante que haya un grupo nuevo en Galerna, que está apostando a alguien del mundo de las letras para que se convierta en editor.

Antonio Santa Ana: Yo presto atención, hasta donde puedo, a todos los catálogos y me hago hipótesis de cómo quieren operar y qué es lo que quieren construir. Fallo en la mitad de las hipótesis, está claro. Lo que hay que darle es tiempo. Insisto con eso: editar buenos libros es fácil. Démosle tres años a Galerna a ver qué puede construir. Acá acaba de llegar Guido Indij: Interzona era un proyecto maravilloso hace muchos años, a los tres años se desarmó y apareció Guido que lo está reflotando. Los proyectos editoriales llevan tiempo, hay que construirlos. Hay que darle un tiempo a la construcción del catálogo.

Fernando Pérez Morales: Es importante que el libro sea lindo. La mesa con editoriales independientes es linda. Mezclás La Bestia Equilátera con Fiordo y Caja Negra y queda lindo. Yo creo que en el futuro los libros van a ser más lindos.

Hablemos de los objetivos del 2015.

Francisco Cascallares: Crecer. Apostar mucho más en lo que estamos haciendo. Nosotros salimos a mitad del año pasado, o sea que tenemos meses de vida. Publicamos cuatro novelas que están funcionando mucho mejor que lo que habíamos esperado. Este año queremos crecer el doble y conocer más a nuestros lectores. Una de las cosas que vemos es que para conocer a más gente tenemos que ponernos más disfraces. A través de la novela vamos a tener un techo: vamos a llegar a la misma persona. Pero esa misma persona también lee cuentos, novela gráfica, un libro ilustrado. Nadie sólo lee novelas. La cuestión es que así tratamos de conocer más a quién estamos llevando los libros. Parte de esta idea de crecer es también abrir espectro. Principalmente tenemos una colección fuerte de libros de cuentos para salir y también estamos pensando en sacar una novela gráfica.

Fernando Pérez Morales: Los cuentos se venden menos que las novelas. No te puedo dar una estadística general, pero sí de la realidad de mi librería. Se venden más novelas que cuentos. No hay muchas Samanta Schweblin. Hay cuatro o cinco autores de cuentos que venden mucho. Queremos hacer tiradas chicas, sacar varios a la vez, con un diseño nuevo. Hay que decir que todo se sostiene por la librería: si no tengo la librería no sé cuánto dura la editorial.

Guido Indij: Y el hecho de que sean varias librerías te lo hace más fácil. Lo que también le pasa a Galerna.

Fernando Pérez Morales: Yo soy solo La Boutique de San Isidro.

¿Quién distribuye Notanpuän? Porque Galerna tiene la ventaja de ser distribuidora.

Fernando Pérez Morales: Waldhuter. Estoy muy contento porque voy pegado a editoriales que me gustan, estoy en las librerías que me gusta estar.

Pensás el distribuidor desde el punto de llegada.

Fernando Pérez Morales: Sí, nunca hablé con otro.

Antonio Santa Ana: Jacobo Muchnik fue un gran editor. En los ‘60, cuando alguien se le acercaba para decirle que quería editar libros, él le preguntaba quién lo iba a distribuir. La pregunta es esa: cómo vas a llegar. El distribuir es clave.

Constanza Brunet: Nosotros hemos cambiado de distribuidor, ahora nos distribuye Asunto Impreso [de Guido Indij], que creo que nos van a distribuir con más cariño. Tuve una experiencia de autodistribuirme, me quemé la cabeza, tenía el garage de casa llenos de cajas, fue una locura. En principio había empezado con Tusquets, eran excelentes, y después estuve en Grupal, pero ahora pasamos a Asunto Impreso. Con Tusquets fue una buena experiencia, justo habíamos arrancado con Brienza y con Bazán, que son lindos libros, y que venimos reeditando hace diez años. Sobre la presencia de los libros, siempre cuento una anécdota sobre La Patagonia vendida, de Gonzalo Sánchez, porque marca la diferencia entre la grande y la chica. Nosotros sacamos ese libro, que era primer libro de un periodista joven. El tema explotó en los medios y de casualidad ya teníamos al libro en imprenta: fue un éxito, reimprimimos antes de la presentación, a los 15 días. Y al mes o mes y medio, una editorial grande saca un libro sobre la misma temática. Yo me quería morir. Pero hace unos años cuando se empezó a discutir la Ley de Tierras en el sur, me lo pidieron desde el Congreso, porque creían que era el único libro sobre el tema. Pero no era el único.

Antonio Santa Ana: Yo trabajaba en Norma en ese momento y estábamos buscando un libro sobre eso. ¡Y salió el de Marea! Llegábamos dos meses tardes a todas las ideas.

Tu trabajo en la editorial era pescar las noticias del diario.

Antonio Santa Ana: Estás buscando los temas.

Constanza Brunet: Jamás podés salir sobre la novedad porque no llegás a tiempo. Hay que tener suerte. Me pasó con Narcosur, de Cecilia González. Justo la semana que salió hubo un asesinato y la Iglesia sacó un documento sobre el tema. Tenía el original hacía un año, ella lo actualizó y lo publicamos en el momento de casualidad. Esperemos que no me abandone cierta suerte o cierto olfato porque, hablando en forma realista, está duro vender libros; bajamos la tirada.

¿El punto crítico sigue siendo el papel?

Guido Indij: La decisión que tomás sobre la tirada. Supongamos que con Narcosur tiró 1500 o 2mil, fue un éxito y al mes hubo que reimprimir. Pero ya en ese momento el tema no es tan interesante: cuánto sacás. Todavía no recuperás del distribuidor que paga lento, cuánto vas a imprimir: ¿mil más? Y pensás qué cagada que no hice 2500 de arranque.

Antonio Santa Ana: Eso pasa también en las grandes.

Guido Indij: Lo que pasa que ahí por ahí te queda un saldo de 12mil.

Antonio Santa Ana: Me ha pasado estar haciendo un análisis y decir “Este libro fue un fracaso” porque vendió 6mil ejemplares, pero habíamos hecho 20mil. El libro no fue fracaso, lo que pasó fue que hubo una equivocación en la tirada.

Guido Indij: ¿La decisión la toman el Departamento Comercial?

Antonio Santa Ana: Yo siempre tomé las decisiones.

¿El número de ejemplares que se imprimen pasa por la experiencia o por un análisis de mercado?

Antonio Santa Ana: Sigue siendo olfato. Yo hice un montón de análisis de mercado porque me gusta hacer números, pero me sirve para mí. Durante muchos años Luongo me pasaba sus 500 libros más vendidos, entonces yo hacía una curva de crecimiento —estoy hablando de literatura infantil— de cuándo convenía sacar el segundo libro de ese autor, para que el libro tuviera el recorrido que hay que tener.

Fernando Pérez Morales: ¿Cuánto hay que esperar?

Antonio Santa Ana: No te lo voy a decir. [Risas] Pero fijate los autores que yo edité en Norma por primera vez, que fueron muchos. Todos son profesionales. Salvo uno, todos viven de la escritura.

Guido Indij: ¿Esperabas porque si no el segundo canibaliza al primero?

Antonio Santa Ana: Claro. Le cortás la curva de crecimiento al autor. Cuando todavía no se terminó el ciclo comercial, el distribuidor, los colegios, sacás otro libro y no sabés qué comunicar.

Constanza Brunet: Lo que pasa que a veces lo publica otro porque el autor está ansioso.

En el ciclo Talando Árboles, que Fernando hacía junto a Damián Tabarovsky en La Boutique del Libro, Damián hacía una pregunta que era algo así como cuánto de la editorial hay en la biblioteca del editor.

Fernando Pérez Morales: Los primeros cuatro libros sí; los que siguen no sé. En esos primeros cuatro libros yo tenía trato con el autor, conocía el tema, los personajes me gustaban. Con todo lo que sigue, es más difícil. Si editaras todos los libros para tu biblioteca, ¿cuántos libros sacás por año: uno, dos?

Francisco Cascallares: Yo creo que es peligrosísimo. Pensaba el nuevo año y justamente pensé que sería peligroso si fuera mi biblioteca porque va muy en contra de la variedad que puede llegar a lograr. En ese sentido, desde la parte literaria, también lo pienso como negocio. Pienso la línea literaria para Notanpuän, no para Francisco ni para Fernando. Libros que me pueda sentir orgulloso de haber publicado, pero de repente te das cuenta que hay otros que te gustan mucho pero no entran ahí.

Constanza Brunet: No toda mi biblioteca sería Marea, por supuesto, pero todos los libros de Marea podrían estar en mi biblioteca.

¿Marea se puede leer una ideología del editor? Porque Planeta, por ejemplo, saca un libro a favor de la presidenta y otro en contra.

Fernando Pérez Morales: Marea saca a Brienza y a Wiñazki: yo no puedo hacer la lectura de eso.

Constanza Brunet: Si los leés en ningún momento se contradicen. Marea tiene claramente una línea ideológica que no quiere decir que sea partidaria, soy completamente independiente. Eso me permite publicar a Wiñazki aunque después él saque en otra editorial un libro sobre la presidenta. Yo saqué La noticia deseada, que es un librazo de comunicación. No puedo editar libros que no me cierran, no tengo otro parámetro. Si no me tiro a un piletazo que no sé qué estoy haciendo.

Fernando Pérez Morales: ¿Cuántas ediciones hiciste de El loco Dorrego?

Constanza Brunet: Van 11, siempre de tiradas chicas pero ya llevará 20mil. Fue un libro un poco azaroso porque Brienza iba a hacer otro libro y finalmente escribió este. De hecho, hace unos años teníamos que presentar el contrato para el Ministerio y ¡no teníamos contrato! El contrato decía el otro libro. Brienza es un amigo y a pesar de que, obviamente tiene que comer y por eso saca libros en otras editoriales, sigue publicando en Marea.

Antonio Santa Ana: En una grande vos no construís un catálogo. Tampoco es que las grandes son ideales. No sé si Fernando se acordará, pero yo empecé a trabajar en Norma y como no me alcanzaba para el alquiler, los sábados y domingos trabajaba en La Boutique del Libro de Adrogué. Hice el turno entero del shopping durante un año y medio o dos años; después me pasaron al Unicenter. Recuerdo estar editando a Ema Wolf, que ella entre a la Boutique del Unicenter y que yo me esconda en el depósito para que no me vea. El tipo que te está pidiendo un libro trabaja de librero los fines de semana porque no le alcanza la guita. Es muy poco serio.

Fernando Pérez Morales: ¡Pero es muy noble!

Antonio Santa Ana: Yo trabajaba como promotor escolar y un día me preguntaron qué necesitaba. “Libros de autores argentinos”. “Editalos”. Así empecé a editar, pero todavía me pagaban como promotor escolar. Entonces vas armando tu catálogo pero tenés ciertos objetivos. Un editor no tiene que confundir su catálogo con su biblioteca. Yo estoy muy orgulloso de libros que edité que jamás tendría en mi biblioteca. Hacer el libro del Papa en 20 días, salir primeros: es lo que hay que hacer con una grande. Sale bien, no tiene erratas, bueno, ya está, lo hice, es mi oficio.

Guido Indij: ¿Cierran los números de una editorial grande?

Antonio Santa Ana: Hoy sí.

Fernando Pérez Morales: Yo puedo decir que en Planeta, porque soy amigo de Nacho Iraola, los números les recontra cierran.

Antonio Santa Ana: Los números de Prisa también cerraban. Una vez que tenés un catálogo y más o menos administrás sin hacerte el loco…

Constanza Brunet: Además tenés esos caballitos de batalla de cien mil ejemplares que es imposible perder.

Antonio Santa Ana: Pero a veces con esos perdés plata, eh. Un libro de 100mil ejemplares vale 300mil dólares de anticipo y 500mil en una campaña de márketing. Más una gira. El que te likea a vos también en un contrato te dice “yo quiero esto, esto, esto, esto”.

Femando Pérez Morales: ¿500mil dólares de anticipo? Yo no estoy para pagar eso. [Risas]

Constanza Brunet: En la facultad de edición te decían que el negocio es pegar algo nuevo.

Antonio Santa Ana: El negocio es el catálogo. Un sello como Alfaguara, que tiene a Cortázar que vende un mínimo de 10mil ejemplares por año, que tiene a Saramago, a Vargas Llosa: son muchos libros.

Francisco Cascallares: A veces me pregunto si uno podría aislar del catálogo de una grande la literatura nueva que se está gestando y ver si cierra o si necesita de la otra estructura.

Antonio Santa Ana: Pero es como decir “Si mi mujer no me quiere, ¿la casa me queda grande?” Sí, pero me quiere. Entonces la casa está bien. Sin los Premios Nobeles o la generación del Boom, Alfaguara no es Alfaguara. ¿Por qué deberías aislarlos? No sería Alfaguara. Y para hacer los autores nóveles…

Guido Indij: Hay otros sellos.

Antonio Santa Ana: … estás vos. Está Eterna. Es lo que yo decía antes.

Fernando Pérez Morales: “Los riesgos correlos vos que después vengo y te los saco”.

Antonio Santa Ana: Si hacés bien tu trabajo es muy difícil que te lo saquen. Y hacer bien el trabajo es editar, difundir, pagar y distribuir. Y hay muchas editoriales independientes que lo están haciendo muy bien en toda América latina. Mejor que las grandes.

Además hay gente que comienza en las editoriales grandes y de ahí abren sus propias editoriales. Andrés Beláustegui, que trabajaba con Antonio en Norma, ahora puso Páprika y le está yendo muy bien.

Fernando Pérez Morales: ¡Muy bien! El último teorema de Fermat es un librazo.

Antonio Santa Ana: Andrés estaba obsesionado con ese libro desde Norma. Cuando agarré la gerencia él era asistente de producción, trabajaba negociando con las imprentas, y me lo llevé a trabajar directamente con los libros. Estuvimos siguiendo la renovación de El último teorema de Fermat, pero nadie sabía quién tenía el contrato, no lo encontrábamos. Hace poco cuando me lo encontré me contó de su editorial y yo supe, claramente, que iba a publicar ese libro.

El panel es interesantísimo y creo que muchas de las cosas que se hablaron hoy van a retomarse en la mesa del jueves que coordina Nacho Damiano, pero lamentablemente ya es la hora de cerrar. Antes de terminar quería preguntarles por el catálogo del año, por las apuestas de 2015.

Constanza Brunet: Cuento brevemente los libros que vamos a lanzar ahora. Uno es el de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que se decidieron a hacer su libro, que se llama Las viejas y es realmente conmovedor, importante. Lo vamos a presentar en la Feria. Otro es El mundo no es chato, que es un libro de Caetano Veloso con textos que él escribió desde 1960 hasta 2005.

Fernando Pérez Morales: Traete al autor y lo presentamos en la Boutique. [Risas]

Constanza Brunet: Estamos haciendo fuerza para que venga. Es un libro muy distinto porque está escrito en el momento, con sus errores, con sus ideas de aquel tiempo. Y también para la Feria sacamos La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, que sale en coedición con Era. Es un libro maravilloso, se los recomiendo. Por momentos es una obra de teatro, por momentos una película. Realmente el libro es muy bueno. Lo estamos haciendo en la colección “Ficciones reales” de crónica periodística.

Notanpuän saca a Camila Fabbri, que me parece la gran apuesta del año.

Francisco Cascallares: Es un tipo de escritora que mezcla cosas por fuera de lo literario. Cuando la leía me pasó lo mismo que con Lola Arias y Lo posnucleares. El libro de Camila Fabbri es un libro dulce y cruel, se llama Los accidentes. Es uno de los libros que más esperamos. Luego, la primera novela que sale este año se llama Un verano, de Damián Huergo, es sobre un chico de vacaciones y parece muy inocente, la novela mantiene esa inocencia, pero, como dice Falco en la contratapa, se va acercando una tormenta. Se vuelve bastante oscura, muy oscura. Vamos a sacar cuatro novelas: otra es la de Leonardo Pitlevnik, el autor de Los murciélagos, que trabaja los mitos de Teseo y Fedra en un marco absolutamente cotidiano con personajes realistas. En cuentos sacamos el libro de Camila y un libro de Horacio Convertini. Y vamos a sacar un nuevo libro de Martín Wilson, que encontró su propia manera de hablar sobre el lugar desde donde estamos publicando. Se llama Doce barrancas, donde trata de construir su propia mitología. La Zona Norte tiene 12 barrancas que dan al río y Martín siempre dice que sale a correr por el bajo: en el libro agarra las doce barrancas y cuenta la historia de cada una.

Fernando Pérez Morales: Es muy ácido, pero no es desafectivo. Es muy ácido con el barrio, pero al mismo tiempo sentís que es parte, no lo está contando desde afuera. Eso también garpa.

Francisco Cascallares: También vamos a sacar Gastrosofía, que es el primer libro ilustrado que vamos a sacar, que es de Alejandro Frango. La idea es abrirnos a un mismo lector pero a sus diferentes gustos.

Fernando Pérez Morales: La editorial tiene que tener un poco el desorden que tiene la librería.

Les quiero agradecer haber participado en este encuentro. Me parece que los podemos despedir con un aplauso.

[Aplausos]

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Tercera entrega de la serie curada por el autor de Velocidad crucero. Presenta poemas de Edgardo Zotto: "Un acto de voluntad por estar en la belleza".

Lunes 14 de diciembre de 2015
Ranking semanal

Pájaros en la boca, lo más llevado de la semana.

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