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Una película supuestamente divertida

David Foster Wallace habría odiado "El fin del tour" con cada átomo de su ser.

Por Andrés Hax.

1.

David Foster Wallace escribió la última gran novela del siglo XX. A su manera, La broma infinita es una novela tan ambiciosa, enciclopédica y poética como Ulises, de James Joyce —la primera gran novela del siglo XX. Wallace, como Joyce, quería meter un mundo entero en el libro, quería forzar el género hasta un límite previamente inalcanzado. Por la extensión, más de mil páginas, de las cuales casi cien son pies de páginas, es un libro tal vez más comentado que leído. Cuando uno ve que ¡hasta los pies de página tienen pies de página! es comprensible pensar que es un libro prohibitivamente erudito. Pero no es tan así. A pesar de su monumentalidad, es un libro gracioso y entretenido. Tiene más en común con J.D. Salinger o John Kennedy Toole que Thomas Pynchon o Don DeLillo.

 

Publicada el 1 de Febrero de 1996, está situada en un Estados Unidos de un futuro cercano, en el cual, entre otras cosas, los meses y los años ya tienen nombres de sponsors; por ejemplo, hay un año nombrado por pañales de adultos. Los dos grandes escenarios de la novela —ambos en las afueras de Boston— son una casa de rehabilitación para adictos a la droga y una escuela secundaria que también es una academia de tenis para jugadores de elite. El título de la novela se refiere a un video clandestino tan entretenido e hipnotizador que si llegas a poner una copia en tu videocasetera te mueres, porque nunca te podrás levantar del sillón. Te quedarás allí, fijo, viendo la película en loop hasta morir.

Como dijo Wallace, una de las preocupaciones que despliega la novela es cómo el consumismo y la adicción a la industria de entretenimiento están distorsionando profundamente la psiquis del ser humano moderno. Wallace escribió la novela de puño y letra, con un bolígrafo Bic en pequeños cuadernos universitarios. Cuando se publicó, Internet estaba en su infancia y el teléfono celular de moda era el Motorola StarTAC.

Wallace fue un ser abrumado por su propia inteligencia, sus adicciones y su éxito. Abandonó los estudios doctorales de filosofía en Harvard al sentir, como Holden Caulfield, que todos los alumnos eran falsos. De hecho, su salida fue dramática. Comunicó a la oficina de asuntos de alumnos que tenía miedo de “dañarse a sí mismo” (el eufemismo gringo para el suicido) y fue prontamente despachado al hospital psiquiátrico de McLean por donde pasaron otros grandes escritores estadounidenses como Sylvia Plath, Anne Sexton y Robert Lowell.

Al final, La broma infinita también lo abrumó. Aunque publicó brillantes cuentos y crónicas periodísticas, no pudo salir de la sombra del éxito de la gran novela que había publicado a los 34 años. El 12 de septiembre del 2008 —con 46 años— se ahorcó en el garaje de la casa que compartía con su esposa. Dejó una novela incompleta y tan brillante como La broma infinita: El rey pálido. Uno de los temas centrales de esa novela era el aburrimiento como una fuerza central en la vida contemporánea.

2.

Ahora tenemos una biopic sobre Wallace, que él hubiera odiado con cada átomo de su ser. “El fin del tour” (disponible en iTunes) encarna todo lo que Wallace despreciaba de la vida literaria: la fama, el culto al autor, la superficialidad del periodismo cultural y la manera de simplificar problemas existenciales, que para algunos son de vida y muerte. Si fuéramos fieles a la memora de DFW tendríamos que autocensurar la película, ni siquiera ver un clip en YouTube. Pero todos sabemos que es imposible. Y sabemos también que Wallace mismo habría estado morbosamente fascinado con la película y que hubiera apreciado la ironía de haberse convertido en un espectáculo más en el diluvio audiovisual de pantallas omnipresentes.

Si uno quiere saber cómo era Wallace —escuchar su voz, ver sus manierismos, verlo pensar en tiempo real— no hace falta mirar “El fin del tour”. Hay decenas de horas de video de Wallace disponibles en YouTube. Un estudiante de teatro podría sacar mucho provecho comparando una entrevista del autor y la representación de Jason Segel en la película. Segel es un actor inteligente, lector, con sentido de humor y empatía. Su Wallace no es un calco del sujeto, sino una interpretación donde enfatiza la confusión bufonesca de Wallace frente a su éxito más que su complejidad intelectual.

3.

¿“El fin del tour” sirve como una introducción a la vida y obra de Wallace? La respuesta es no.

Por más bien intencionado que haya sido el trabajo de Segel, al final su Wallace es una caricatura. En realidad, la persona más fascinante de esta película no es David Foster Wallace, sino David Lipsky. La película es una versión del libro de Lipsky, Although of Course You End Up Becoming Yourself, A Road Trip with David Foster Wallace. El libro es, básicamente, la transcripción de una entrevista de varios días con Wallace. Lipsky acompañó al novelista en los últimos días de la gira promocional de La Broma Infinita.

Lipsky es a Wallace lo que Salieri a Mozart. Un artista menor que pudo apreciar —más que el lector común, justamente porque era escritor— cuan enorme era el logro de Wallace. Lipsky ve a Wallace y ve todo lo que deseaba para sí mismo. En 1996, el año de publicación de La broma infinita, Lipsky publicó la novela The Art Fair. Entró y salió del mundo sin comentarios. Wallace percibe la admiración y envidia de Lipsky e intenta convencerlo de que está equivocado al desear “ser Wallace.” Si miramos la película desde el punto de vista de Lipsky, en vez de ser una hagiografía, se convierte en una tragedia. Eso es lo que hace la película extraordinaria.

Puede ser terrible tener la suficiente inteligencia como para entender el genio pero no el suficiente talento para ser un genio. Según cómo se vea —desde la perspectiva de Lipsky o de Wallace— “El fin del tour” puede ser una glorificación de los tics físicos e intelectuales de un gran y trágico novelista o un devastador retrato de la envidia artística y el peligro de idolatrar a los escritores.

Al final, para conocer a David Foster Wallace, hay que buscarlo en sus libros. Vale la pena.

Tareas para el hogar

- Este video muestra a Wallace hablando en Febrero de 1996 de la función de la ficción en la era de la información. También habla mucho de la televisión como entretenimiento. Esto fue justo antes de la nueva “época dorada” de las series. ¿Wallace habría considerado a Mad Men, True Detective, The Sopranos, obras tan complejas y dignas como la novela?

- En parte debido a su suicido, Wallace se convirtió en un especie de mártir artístico. Uno de sus textos más famosos es una ponencia que dio en el 2005 a los alumnos que se recibían de Kenyon College. Se llama “This is Water” y dice que uno de los desafíos más grandes para las personas hoy en día es elegir sobre qué piensan. Más de una década después —con el avance de smartphones, redes sociales y etcétera— su mensaje es más urgente que nunca.

- Si les interesa conocer a David Foster Wallace, antes que la película, vean esta larga entrevista televisiva de Marzo de 1997. Es una visión completa de sus manías, sus ideas, sus frustraciones y sus deseos.

- Acá hay una larga conversación en el YMCA de la calle 92 con Jason Segel sobre su actuación en “The end of the tour”. Una muy buena forma de acercarse al personaje de David Foster Wallace. Entre otras cosas, explora el vacío existencial que prevalece en los Estados Unidos por su abrumadora cultura de éxito.

- Inevitablemente, tenemos que ver a Lipsky donde cuenta el origen de su libro. A partir del minuto 19 cuenta una anécdota devastadora. Al despedirse de Wallace tras la entrevista de varios días, Lipsky le dejó una copia de su novela con la dirección escrita en la solapa. Lipsky se había enamorado, platónicamente, de Wallace y soñaba con el comienzo de una gran amistad. Semanas después, devuelto en su hogar, recibe una encomienda de Wallace. Abre la caja. Es un zapato que Lipsky había dejado en la casa de Wallace. Hay una nota que dice: “Me imagino que es tuyo.” Lipsky sigue buscando en la caja –que estaba rellena de papel de diario abollado- esperando una nota sobre su novela. Pero no había nada más. ¿El encuentro de Lipsky con Wallace le hizo bien o lo terminó destruyendo como escritor?

- Finalmente, comparen este video de David Foster Wallace sobre el perfeccionismo y la ambición y este de Kurt Cobain sobre “la identidad”. Comparen los suicidios de ambos. ¿Qué tienen en común? ¿Son suicidios particularmente “estadounidenses”?

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